domingo, 31 de marzo de 2013

Un Aguirre reivindicador, como sus Marañones afectado por la tarumba del equinoccio. No son sino dos facetas de la aproximación senderiana

Ramón José Sender, La aventura equinoc[c]ial de Lope de Aguirre, antiepopeya (novela desde el exilio, 1964)

Podríamos colocar a Sender tras de Ramón del Valle-Inclán. Se sabe que este último anunció un Hernán Cortés, no publicado nunca, y que más le inspiró la alocada carrera de Lope de Aguirre.

El proyecto abandonado por Valle-Inclán, sí lo realizó Sender. En 1940, poco después de su llegada a México, trató de llevar a la escena la vida de Hernán Cortés, un héroe que presenta con características que hasta cierto punto recuerdan las de Lope de Aguirre, como ha demostrado Raymond Marcus (1968, pág. 586):

"Es un resentido: 'En castilla, nadie me conoció. Era un truhán o un hombre de pequeñas vanaglorias. En Cuba tampoco.' (Hernán Cortés, 1940, pág. 117).

Es un hombre endemoniado, en los dos sentidos de la palabra; dice el mismo Cortés: '... yo llevo un demonio interior... que no me deja parar, que me lleva a la más grande miseria o a la más grande gloria' (Ibidem, pág. 46), y afirma otro personaje: 'ese Cortés tiene pacto con el diablo' (Ibidem, pág. 106)."

La diferencia esencial entre las actuaciones de los dos conquistadores es que la de Cortés redunda en mayor gloria de España, como ha observado el destacado senderiano Patrick Collard (1980), sirviéndose para ello del subtítulo sugestivo de la novela, así como de las observaciones del propio Sender al respecto de éste en su "Prefacio del autor sobre las novelas históricas" (1976):

"Igual que Lope de Aguirre, Cortés 'construye' su destino a partir de una transgresión de la legalidad; la diferencia esencial está en que, donde el primero sigue en su transgresión, la esforzada aventura del segundo hará de él un héroe 'oficial'.

Recuperadas por la sociedad, las hazañas de Cortés se convirtieron en epopeya, mientras que la vida de Lope el Traidor es para siempre antiepopeya" (pág. 27).

Pero es en 1964, veinticuatro años después, y siempre desde el exilio, cuando Sender evoca realmente al otro conquistador que le había interesado a Valle-Inclán, publicando La aventura equinoc[c]ial de Lope de Aguirre, antiepopeya.

Se trata pues de una antiepopeya. ¿Por qué antiepopeya? El propio don Ramón nos lo aclara, como ya señalamos, en su "Prefacio sobre las novelas históricas" (1976):

"Siempre que se habla de América se hace como si su descubrimiento y conquista fuera obra de seres sobrehumanos. [...] Entonces se hechan a vuelo las campanas, se habla de las glorias de la raza -en el día de la Raza- y todos son clarines, gallardetes e himnos de gloria. Eso puede estar bien, pero es más interesante para mí y sin duda para el lector ver cómo fueron esas cosas en los ojos y en las conciencias de los mismos que las hicieron. Y el libro sobre Lope de Aguirre sin dejar de ser verdad en sus constantes miserias no deja de tener grandeza humana. El contraste le da vigor poético.

En este tiempo nuestro de los 'antis' yo la considero una 'antiepopeya' lo que filológicamente es verdad porque 'epopeyas' eran, en griego, las campañas con caballos y los pocos que llevaba Lope de Aguirre no llegaron a intervenir en el campo porque se los comieron en las barcazas por el río Amazonas. [...] El día de la Raza habría que recordar las antiepopeyas también, para sacar alguna luz nueva y provechosa para el presente y el futuro" (Obra Completa, Tomo I, pág. 14).

Sender dice antiepopeya en el sentido en que lo sería para un escritor épico clásico, es decir, porque su héroe no ostenta las virtudes convencionales del héroe positivo tradicional: leal, patriota, desinteresado...

"Pero -observa el infatigable senderiano Francisco Carrasquer en una aproximación a la novela histórica de Sender (1970)- no coincide con la imagen del antihéroe tan prodigada en la literatura contemporánea, del tipo vulgar, sin ningún moral, sin carácter ni personalidad acusada.

Lope de Aguirre no es un individuo común y corriente, sin personalidad, sin carácter, sin fuertes convicciones propias. [...] cobra los caracteres del héroe negativo, del héroe moral, social, militar, política y metafísicamente rebelde" (págs. 182-183).

El Lope de Aguirre senderiano tendrá sin duda rasgos del héroe negativo y rebelde del que habla Carrasquer, pero de ahí a pretender que como tal ya no cabe en la categoría de antihéroe...

El Aguirre que pondrán en escena en sus novelas los escritores argentino Abel Posse (1978) y venezolano Miguel Otero Silva (1979), o el que llevarán a las tablas los dramaturgos españoles José Sanchis Sinisterra (1991) y Alfonso Sastre (2010), por solo dar estos ejemplos, ¿acaso no puede ser considerado antihéroe?

¿Será cierto que el antihéroe se ha vuelto un don nadie (un personaje insignificante y gris, sin carácter ni ideas ni objetivos bien definidos y que pasa totalmente inapercibido) en la literatura contemporánea, tal como lo planteó Carrasquer hace unas décadas? Más bien se han vuelto múltiples los antihéroes novelescos y cinematográficos desde entonces: habrá el don nadie, por supuesto, pero entran más subcategorías como la víctima, el fracasado, el sublevado (rebelde), el aventurero, el peregrino, el lunático, el payaso y unas cuantas más. Al antihéroe se le puede actualmente ir poniendo un sinfín de caras.

¡Hablando de un concepto ambiguo! Según el DRAE, se puede considerar ambiguo aquel concepto “que puede entenderse de varios modos o admitir distintas interpretaciones y dar, por consiguiente, motivo a dudas, incertidumbre o confusión”. Con razón afirma Christopher Vogler (2002) que el concepto de antihéroe “es un término resbaladizo que puede generar mucha confusión” (pág. 78). Argumento fundado -sostienen Alfonso Freire Sánchez y Montserrat Vidal-Mestre en un artículo sobre el antihéroe en las narrativas audiovisuales transmedia (2022)- ante la pluralidad de enfoques sobre la voluntad, los atributos y el determinismo de estos personajes".

En las huellas del médico e historiador argentino Ramón Pardal y del historiador oscense Emiliano Jos, Sender pinta a su héroe rebelde como un resentido. En la conferencia (publ. 1934) donde defiende su tesis de un Lope de Aguirre mentalmente enfermo, sufriendo de "delirio de reivindicación", el Dr. Pardal, llegado a un punto que parece de resumen, dice del soldado vascongado:

"No busca con la guerrera expedición que acaudilla mejorar la situación de una clase oprimida, o de un estado de cosas perturbado. No toma partido por un pueblo o un grupo social [lea: como pretenden hacernos creer determinadas lecturas "aguirristas" a ambos lados del Atlántico], toma partido para vengar supuestos agravios a su persona" (apud JOS, 1950, pág. 20).

Lo que el Emiliano Jos (1950) traduce así: "Aguirre es un rebelde, cierto, pero de pensamiento, palabra y obra, y lo es, según declara hartas veces en sus escritos, por estar resentido contra los gobernantes del Perú, contra el Rey y, aunque no lo diga, resentido, o amargado más bien, por su fealdad y mal tipo, por su cojera y, sobre todo, por su poca suerte en el Perú" (pág. 38).

Todos los veteranos del Perú sacaron algo de las revueltas pasadas o fueron recompensados posteriormente por las autoridades, mientras que él se quedó con las manos vacías, como apunta, entre otros investigadores, Rita Gnutzmann (1988, pág. 123).

Nos lo confiesa el propio Lope en La aventura equinoc[c]ial: "Viendo yo que todos sacaron algo de sus hechos y hazañas, y aun de lo que no hacían, y que yo no sacaba más que el tiempo y la sangre perdidos y que me hacía viejo y sólo me daban potros para desbravar, comencé a sentirme estrecho dentro de mi conciencia [...]" (SENDER, Obra completa, II, 1977, págs. 376-377).

Este "sentirse estrecho dentro de su conciencia" revela lo profunda que era la herida del resentimiento en este veterano de las guerras civiles peruanas. Está resentido por su poca suerte en el Perú, y quiere reivindicar sus derechos atropellados.

Según Raymond Marcus (1968, ed. 1970, pág. 588), reivindicación es una palabra clave en la novela de Sender para entender a Lope de Aguirre, como señala el mismo narrador de La aventura equinoc[c]ial: "Entre todas las palabras que relacionaba con su estado había una que le parecía especialmente adecuada: venganza [...] Pero había otra mejor para Lope: 'reivindicación' [...] Reivindicarse era calzarse la púrpura del enemigo después de haber movido la daga dentro de la herida" (SENDER, Obra completa, II, 1977, pág. 718).

En cuanto a la locura de Aguirre, no es sino una manifestación más de su ambición frustrada, si debemos creer el narrador: "Ya no llamaban a Aguirre el loco porque veían que no era la razón lo que le faltaba, sino todo lo demás. Le faltaba todo en el mundo menos la razón. Y él quería apoderarse, con su razón, de todo lo que le faltaba" (Ibidem, pág. 742).

Aunque no lo aprueba, tampoco procura Sender condenar a ese héroe de la antiepopeya, sino que más bien se esfuerza por analizarle, como nos cuenta él mismo en su "Prefacio del autor sobre las novelas históricas":

"[M]i aproximación a los caracteres novelescos por monstruosos que sean es siempre una aproximación dirigida por alguna clase de simpatía humana, es decir de necesidad de comprensión"(SENDER, Obra completa, I, 1976, pág. 23).

"Y claro es que comprender es tanto como perdonar. Difícil era perdonar a Lope de Aguirre [...] Pero traté de acusar en su carácter los rasgos plausibles -su amor paternal, aunque lleve a decisiones monstruosas, también- y de atribuir sus desmanes a la influencia de los meteores que en la línea equinoccial son tan violamente extremistas. La 'tarumba del equinoccio', que decían los 'marañones' " (Ibidem, págs. 13-14).

De una comparación entre el personaje de Cortés y el Lope de Aguirre pintados por Sender, puede deducirse, sin embargo, según Raymond Marcus (1968, ed. 1970), "una evolución bien patente en el escritor, que nos revelará por qué ha sido impulsado a contar en una novela la historia del último, tras haber tratado de llevar a la escena la del otro" (pág. 589).

Si Hernán Cortés exaltaba "el triunfo glorioso por las armas de un conquistador injustamente menospreciado por la sociedad" -continua Marcus-, La aventura equinoccial de Lope de Aguirre muestra que "la violencia y el crimen no son medios adecuados para resolver los casos de injusticia que pueden existir", y aunque Sender "no condena explícitamente al desgraciado y desalmado conquistador Lope de Aguirre", sí "condena por el mismo desarrollo de la malograda aventura su reivindicación armada" (Ibidem, todo pág. 589).

Además, don Ramón José nos lo deja muy claro en el ya varias veces aludido o citado "Prefacio del autor sobre las novelas históricas": "Yo soy del todo opuesto al uso del terror en las contiendas sociales o políticas" -declara en 1976- "porque del uso de la violencia sólo viene una violencia creciente" (Obra completa, I, 1976, pág. 18).

Llegado a este punto, ¿se puede decir que en La aventura equinoc[c]ial de Lope de Aguirre Sender viaja al pasado -y nos hace viajar lectores al pasado-, para señalar y meter el dedo sobre algún comportamiento o funcionamiento político-social errático que persiste en el presente, y a través de ello, darnos una lección para el futuro, a la manera de György Lucácks (1955)?

¿Se puede decir, a la luz de lo arriba comentado -la condena indirecta del uso de la violencia para corregir injusticias en la jornada marañona-, que es visible en esta novela el compromiso político-social del autor?

Cuando se habla del compromiso político-social como uno de las características más recurrentes en las obras de Sender, muchas veces se quiere encontrarlo sistemática e invariablemente en cada novela, o como Francisco Carrasquer (1970), relacionarlo exclusivamente con sus novelas históricas.

No cabe duda, por considerar tan sólo un período creativo a modo de ejemplo, que tal compromiso esté presente en algunas novelas senderianas de los años 1920 y la primera mitad de los años 1939. Sabemos que entre 1918, año en que terminó el bachillerato y se fue sólo a Madrid a buscar su propio camino, iniciándose en la literatura por su cuenta y publicando artículos y cuentos en varios periódicos, y 1936, inicio de la Guerra Civil y de la caza de activistas socialistas, comunistas y anarquistas y de periodistas libertarios y defensores de los grupos obreros, Sender compartió su vocación de escritor con su vocación política y las actividades revolucionarias con grupos de obreros anarquistas, y hasta llegó a ser encarcelado en 1927 por participar en actividades contra el general Primo de Rivera.

Ahora, si bien lo encontramos en Imán, que trata de la guerra de Marruecos (1922-1924) -en la cual Sender sirvió y ascendió a alférez de complemento- y varias otras novelas de los años 1918 a 1930, no se puede decir que sea tan descaradamente manifiesto en una novela histórica como La aventura equinoccial de Lope de Aguirre (1964), como destaca acertadamente la escritora Mado Martínez Muñoz (2002), quien enfatiza otra de las características a veces invariablemente extrapoladas al conjunto de la obra senderiana, que ésta sí está omnipresente en la novela que nos ocupa: la atracción que don Ramón José siente por lo oscuro, lo que se ha quedado velado de misterio, lo que se ha ido envoltando de leyenda, y dentro de lo oscuro, lo extremadamente violento, lo despiadadamente sanguinario.

Dice la escritora Martínez Muñoz que "Sender prefiere [aquí] seguir el rastro de lo oculto, de los individuos oscuros, del crimen, de los elementos sobrenaturales, y de las reflexiones antropológicas y teosóficas. El crimen es uno de los elementos que más atraen a Sender, por relacionarlo nuestro autor con los individuos de mente oscura, y porque en sus obras se percibe que estos individuos son empujados hacia su destino por medio de fuerzas ocultas y sombrías".

Más que reivindicar o acusar a un personajes tan sanguinarios como Lope de Aguirre o Billy el Niño, el protagonista de El bandido adolescente (1965), ya juzgados y castigados por la Historia como seres intrínsicamente malos y pervertidos, lo que le interesa a Sender es lo que comenta él mismo en el ya aludido “Prefacio del autor sobre las novelas históricas” (1976): analizarlos, intentar entenderlos en su complejidad, imaginar y recrear sus pensamientos, miedos, dudas y silencios. Su personalidad, la crueldad de sus actos y su trágico destino lo atraen y le causan impresión y fascinación.

Escuchemos otra vez a Mado Martínez Muñoz: "En El bandido adolescente y La aventura equinoccial de Lope de Aguirre predomina el interés por la mente criminal, por la psicología del individuo, las fuerzas que lo impujan...

Las dos novelas tienen como protagonistas a dos personajes históricos -Billy el Niño y Lope de Aguirre, respectivamente-, y la narración se preocupa por despertar la curiosidad por las mentes criminales de estos personajes, su psicología, su voluntad, y las fuerzas que la mueven hacia lo sombrío y fatídico. En las dos obras hay una cuidadosa preocupación por la recreación del escenario histórico, y en ninguna de ellas predomina el compromiso socio-político ni la denuncia de ningún tipo" (Ibidem).

  • ALONSO, María Nieves, "El héroe de esta historia no es Hernán Cortés", en Signos, Nos. 31-32 (1992), págs. 17-34.
  • AMOR Y VÁZQUEZ, José (Brown University, Providence, Rhode Island, EEUU), “Presencia de México en tres escritores españoles: Jarnés, Moreno Villa, Sender”, en AIH. Actas III [Actas del Tercer Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas (México D.F., 26-31 de agosto de 1968), editadas por Carlos H. Magis, México D.F., Colegio de México, 1970, págs. 77¬-88.
  • CARRASQUER LAUNED, Francisco (1915-2012, escritor, poeta, crítico, traductor, pensador-activista libertario), "Imán" y la novela histórica de Sender. Zaandijk, Firma J. Heijnis, 1968. Edición aumentada, Londres, Tamesis Books / Grant and Cutler, Colección "Tamesis. Serie A. Mecanografías", Vol. 17, con prólogo de Ramón J. Sender, 1970.

  • COLLARD, Patrick (Universidad de Gante | UGent, Bélgica, colaborador de la revista aragonesa Imán), Ramón J. Sender en los años 1930-1936. Sus ideas sobre la relación entre literatura y sociedad. Gent, Rijksuniversiteit Gent | RUG, Werken uitgegeven door de Faculteit van de Letteren en Wijsbegeerte, 167e aflevering, 1980.

  • FREIRE SÁNCHEZ, Alfonso, y Montserrat VIDAL-MESTRE, "El concepto de antihéroe o antiheroína en las narrativas audiovisuales transmedia", en Cuadernos.info (Santiago), Núm. 52 (2022), págs. 246-265.
  • GIL GUERRERO, H., “La conquista de México en el teatro de Ramón J. Sender. Los inicios de un teatro histórico revisionista”, en FLOECK, Wilfried, y Sabine FRITZ (eds.), La representación de la Conquista en el teatro español desde la Ilustración hasta finales del franquismo, Hildesheim, Olms Verlag, 2009. Sobre el discurso de la Conquista en el teatro español, ver en la misma publicación: FLOECK, Wilfried (Univ. de Giessen, Alemania), “Del triunfalismo a la revisión crítica. El desarrollo del discurso de la conquista en el teatro español”, y CHEN SHAM, J., “Del discurso apologético de la conquista hacia su cuestionamiento”.
  • GNUTZMANN, Rita, "Un ejemplo de recepción literaria: Lope de Aguirre creado por Ramón J. Sender y M. Otero Silva", en Revista de Literatura, Vol. 50, No. 99 (enero-junio 1988), págs. 111-128.
  • JOS PÉREZ, Emiliano, Ciencia y Osadía sobre Lope de Aguirre. Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla | EEHH, 1950.
  • LUCÁCKS, György, La novela histórica (1955). México, Biblioteca Era, 1971. Barcelona, Ediciones Grijalbo S. A., 1976.
  • MARCUS, Raymond, "El mito literario de Lope de Aguirre en España y en Hispanoamérica", en ActasIII.AIH | Actas del III Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas (México D.F, 26-31 de agosto de 1968), publicadas bajo la dirección de Carlos H. MAGIS, México, AIH / El Colegio de México, 1970, págs. 581-592.

  • MARTÍNEZ MUÑOZ, Mado, "Ramón J. Sender y La aventura equinoccial de Lope de Aguirre. Breves aproximaciones", en Espéculo (UCM), No. 22 (2002).
  • PARDAL, Dr. Ramón, "El delirio de reivindicación en un Conquistador de América - El caso de Lope de Aguirre el 'Peregrino' ", en Conferencias, Buenos Aires, Año II, No. 8 (marzo de 1934), págs. 8-18.
  • SENDER, Ramón J., Imán. Madrid, Cénit, Colección "La novela de guerra", 1930. Consulte la guía de Bernardo Antonio GONZÁLEZ (Wesleyan University, Middletown, Connecticut) y el artículo "Imán y Sender" (en CHCO, UCM) para leer y entender esta novela bélica crítica con las autoridades españoles, la primera novela del autor. Un alegato antibelicista y antimilitarista de un joven Sender que había estado en Melilla y pudo conocer el Desastre de Annual.
  • SENDER, Ramón J., Hernán Cortés. [Retablo en dos partes y once cuadros]. México D.F., Ediciones Quetzal [editorial de la cual el autor fue cofundador], Colección “Un hombre y una época”, 1940. Para referir a esta obra de teatro, utilizaremos la sigla HC.
  • SENDER, Ramón J., La aventura equinoc[c]ial de Lope de Aguirre, antiepopeya. Nueva York, Las Américas, 1964.
  • SENDER, Ramón J., El bandido adolescente. Barcelona, Destino, 1965. Barcelona, Salvat, 1970.
  • SENDER, Ramón J., "La aventura equinoc[c]ial de Lope de Aguirre, antiepopeya", en Ramón J. SENDER, Obra completa, 2 vols., Barcelona, Ediciones Destino, 1976-1977, Vol. II, 1977, págs. 357-777.
  • SENDER, Ramón J., "Prefacio del autor sobre las novelas históricas", en Obra Completa, 2 vols., Barcelona, Ediciones Destino, 1976-1977, Vol. I, 1976, págs. 5-38.
  • VOGLER, Christopher, (ejecutivo de desarrollo, guionista, autor y profesor de Hollywood), El viaje del escritor. [Las estructuras míticas para escritores, guionistas, traductores, novelistas]. Traducción de Jorge Conde basada en The Writer's Journey, Studio City (California), Michael Wiese Productions, (1992) 2ª ed. 1998. Barcelona, Ma non Troppo [un sello de Ediciones Robinbook], Colección "Creación", 2002.

No hay comentarios:

Publicar un comentario