miércoles, 12 de septiembre de 2012

El entorno y origen inmediato de la jornada. El Perú virreinal de las décadas medianeras del siglo XVI

No se puede entender la "Jornada del Marañón" sin conocer las circunstancias particulares de Perú virreinal de entonces y lo que precede inmediatamente a la misma jornada

Puede repetirse con el doctor ORTIZ DE LA TABLA DUCASSE (1987) 1 que "sin la perspectiva del mundo hispanoperuano del momento y de los antecedentes de la expedición de Pedro de Ursúa, ésta resulta totalmente fantástica" (pág. 11). ¿Qué pudo inducir al nuevo virrey del Perú, don Andrés Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, a conceder, a finales de la década de 1550, cuando todo lo más rico del territorio era conocido y todos los indios y tierras estaban repartidos, licencia para nuevas expediciones de descubrimiento y conquista a distintas regiones? Y ¿qué movió a sus componentes para enrolarse?

Hasta hace poco (unas décadas) la expedición de Pedro de Ursúa a Omagua y El Dorado se había propuesto como típicamente derivada de los tiempos de mera conquista, cuando ésta, en Perú, quedaba en la lejanía de un cuarto de siglo. En El mundo hispanoperuano, 1532-1560 (1982) 2, el historiador James LOCKHART observa que, pese a las turbulencias de la conquista, de las guerras civiles y de las grandes rebeliones, todas las principales tendencias económicas y sociales, todos los principales centros poblados de Perú estaban configurados hacia 1545 o 1550 y en muchos caso incluso antes (págs. 15-17).

El virreinato a mediados del s. XVI: las mayores ciudades han sido fundadas, las tierras y riquezas repartidas, en una sociedad ya rigorosamente estratificada

En efecto, el Perú de 1559 era ya muy diferente del que habían encontrado en 1532 Francisco Pizarro y su hueste. Hacia la mitad del siglo habían pasado los primeros momentos igualatorios, socialmente, que supuso la conquista, permitiendo a oscuros miembros y peones de las huestes a convertirse en ricos, prestigiosos y poderosos regidores. La estratificación social hispana se había adaptado al mundo americano, a veces con más rigor que en la metrópoli, fenómeno que no es inhabitual y que se repetiría dentro de algunos centros poblados de la colonia británica una vez se haya establecido administrativamente en tierras norteamericanas. Las ciudades se habían convertido en importantes centros administrativos y comerciales, y en ellas los encomenderos 3 figuraban en la cúspide de la escala social. El resto de los vecinos (un 90 %) 4 debían dedicarse, para lograr cierta prosperidad, a toda una serie de actividades y oficios inferiores o menos lucrativos, que junto con pequeños lotes de tierra eran lo que les habían dejado los primeros conquistadores y fundadores de ciudades.

Muchos soldados, componentes de diversas huestes, no habían sido remunerados ni atendidos en sus peticiones 5. Tras diez, quince o veinte años de estancia en Indias, habiendo participado en diversas campañas y expediciones, donde gastaron todos sus recursos y años de juventud, debían deambular de ciudad en ciudad a la sombra de los poderosos. Vivían de su generosidad, como pícaros. Debían esperar la oportunidad de nuevos repartos de encomiendas si se producían vacantes, hecho cada vez más raro pues si llegaba el caso se incorporaban a la Corona o eran concedidas a los familiares, allegados o servidores de los virreyes, oidores y otras autoridades cuyo poder iba instaurándose con mayor fuerza en América. Podían casarse con las ricas encomenderas viudas, aunque éstas prefirieron hacerlo con otro de su grupo o con algún peninsular recién llegado de la metrópoli con prestigioso cargo de gobierno o ilustre ascendencia o parentela.

Cerradas estas vías de enriquecimiento y ascenso social que habían servido antes a otros miembros de la hueste para ganar fama, honra y riqueza, sólo podían esperar aquellos pospuestos, los desheredados de la conquista, enrolarse en nuevas expediciones de descubrimiento y conquista o en otros hechos de armas que los hicieran beneméritos ante la Corona.

El Perú de la primera mitad del s. XVI: una administración virreinal buscando establecer y consolidarse, entre actos fundacionales y hechos de armas

Estos hechos se habían prodigado en el Perú de la primera mitad de siglo en las guerras civiles. La primera de éstas, la Guerra de las Salinas (1537-1538), de la que tratamos en otra entrada en esta bitácora, inauguraba una serie que duraría por más de quince años. Fueron en sus comienzos más que nada enemistades personales y de facciones entre pizarristas y almagristas (así se llama a los seguidores de Francisco Pizarro, por entonces nombrado marqués y Gobernador del Perú, y Diego de Almagro, su capitán general, y con quien él y el clérigo Hernando de Luque habían fundado y promovido a principios de la década de 1530 la "entrada" 6 en el Perú), pero evidenciaban ya, como bien dice el ya citado James LOCKHART (1982), las rivalidades y conflictos entre ricos y pobres, entre bien asentados y recién llegados (o.c., págs. 11-15).

Sólo en las últimas décadas se ha llegado a conocer un poquito mejor este episodio de la historia colonial del Perú, pero falta todavía. Javier ORTIZ (1987) ya sentía la necesidad de aclarar determinados sucesos de manera a entender mejor tanto lo que pudo llevar al Virrey a organizar una expedición como la de Pedro de Ursúa a Omagua y El Dorado como lo que pudo llevar a Lope de Aguirre y sus "marañones" a convertirla en una rebelión abierta y atrevida contra la Corona. Xavier LACOSTA (2004), al iniciar su esbozo de tres décadas de crímenes y rebeliones antecedentes de la rebelión de Lope de Aguirre, se desola un tanto y se ve obligado a precisar: "El período de guerras civiles en el Perú es poco citado entre los publicistas actuales de la Conquista pese a que está pormenorizadamente descrito por cronistas como [Francisco López de] Gómara, [Pedro] Cieza de León, Francisco de Oviedo [y Baños], fray Pedro Simón (cronista de Lope de Aguirre), etc. Diríase que existe una cierta mala conciencia por la que se desdeñan estos sucesos que revelan lo más oscuro y ambicioso de la condición del español en América. Puede parecer lógico que los panegiristas de la Conquista pasen como por encanto por encima de estos negros años dado que evidencian la fuerte oposición de los conquistadores a tratar a los indios de acuerdo a la ley y que culminan en la rebelión de Lope de Aguirre. Sus contemporáneos no obviaron, por el contrario, la relación de estos hechos, en los que incluso tomaron partido. Para el historiador más neutral y objetivo, la etapa de las guerras civiles en el Perú resulta árida, apenas una sucesión de crímenes, rebeliones, traiciones y alzamientos [...] : algo más digno de una novela de aventuras que del estudio histórico serio. Pero ni siquiera hispanistas extranjeros se han ocupado demasiado en analizar la inquina entre almagristas [llamados despectivamente "los de Chile", tras fracasar la expedición de Almagro a Chile] y pizarristas [conocidos como "los peruleros"], o entre éstos y los representantes de la Corona. [...] Por todo ello - concluye Xavier LACOSTA - el lector que casi casualmente tropiece con una sucinta relación de esta media docena de guerras entre españoles no puede por menos que experimentar una sensación de asombro ante estos hechos, narrados siempre con gran frescura por toda una pléyade de cronistas" (2004, págs. 10-11)."

El levantamiento más serio de todos ocurrió en 1544 cuando Gonzalo Pizarro ("hijodalgo", altivo como los demás hermanos Pizarro "legítimos" y hermano de Francisco, a quien Diego de Almagro había asesinado en la mañana de San Juan de 1541) se rebeló contra el virrey Blasco Nuñez Vela por las nuevas regulaciones que vinieron de España en favor de los indios. Pizarro no sólo logró atraer a los descontentos sino también a buena parte de los hombres más ricos y poderosos de Perú. Persiguió al Virrey, lo derrotó y lo mató en la batalla de Añaquito. La Corona envió al licenciado Pedro de La Gasca para resolver la situación y pacificar el virreinato. La Gasca derrotó y ejecutó a Gonzalo Pizarro en 1548. Tras la victoria procedió al reparto de mercedes en Huaynarima, en el que fueron beneficiados tan sólo unos doscientos veinte conquistadores. El descontento fue general, y se dio este factor agravante que fueron precisamente los seguidores de Gonzalo Pizarro los más recompensados, en detrimento de los leales al Rey y a La Gasca.

Vuelto a la Península, La Gasca dejaba un país oficialmente pacificado pero que en realidad estaba lleno de tensiones, de sediciosos, desocupados y resentidos. Quedaba en el gobierno una Audiencia ineficaz en la que sus miembros se preocupaban sobre todo de las rencillas entre ellos y de beneficiar a sus deudos, familiares y amigos. Nada supuso la llegada, en 1551, del segundo virrey nombrado para Perú, don Antonio de Mendoza: murió al año siguiente y de nuevo el Tribunal de la Audiencia quedaría en el gobierno. En aquel mismísimo año 1552 se publicó la real orden que prohibía los servicios que hasta entonces habían prestado los indios a sus encomenderos, orden que no haría sino agravar la situación. Sumado a esto que cada vez había más impacientes entre los veteranos del Perú (ya llevaban demasiado tiempo esperando recompensas y ahora los ánimos se encabritaban), se explican las explosiones de ira contra los oidores, en Potosí, y en La Plata, y la subsiguiente rebelión de don Sebastián de Castilla, el ambicioso hijo del Conde de la Gomera, que con sus secuaces asesinó al pérfido general Pedro de Hinojosa, corregidor y justicia mayor de los Charcas, y se apoderó de la región minera del sur en 1553. La última gran guerra civil peruana terminó en 1554 con la derrota de otro importante rebelde, Francisco Hernández Girón, que éste, aunque no contó con los poderosos entre sus seguidores, dominó durante un año gran parte de la sierra peruana y hasta se aproximó una vez a unos cuantos kilómetros de Lima.

Contra todo lo que podía esperarse, la Audiencia perdonó a la mayoría de los culpados en revueltas pasadas: no hubo sino castigos ejemplares. Los poderosos siguieron ostentando sus cargos y sus encomiendos [CHECK] y prestigio, y siguieron elevando memoriales a la Corona, probanzas y relaciones de sus buenos méritos y servicios. Mientras tanto, los que habían participado en la pacificación en el otro bando, el de los oidores, se vieron desfraudados en la espera de mercedes, ya que éstos se negaron a repartir encomiendas tras la derrota de Francisco Hernández Girón, alegando no tener facultades para ello.

El prestigio de las máximas autoridades estaba en sus más bajos índices: el primer Virrey, don Blasco Nuñez Vela, había sido decapitado en Añaquito; el presidente Pedro de La Gasca fue acusado de injusto, parcial y apresurado en el reparto de las recompensas por el vencimiento y muerte de Gonzalo Pizarro en 1534; y el gobierno interino de la Audiencia (1552-1556), si debemos creer Javier ORTIZ DE LA TABLA (1987), "puso de manifiesto el talante de muchos magistrados en estos y otros años, que pasaban a Indias con el solo fin de un enriquecimiento rápido aunque tuvieran que condescender con los abusos de los grupos más poderosos de las colonias, de los que fueron buenos aliados, y aunque tuvieran que demostrar su nepotismo y parcialidad en el reparto de cargos y mercedes entre familiares y amigos" (o.c., pág.18).

Virreinato del Perú 1556-1560: el marqués de Cañete decide "hacer limpieza"

De nuevo para remediar la situación fue elegido un representante del monarca, enérgico y eficaz como gobernante a la manera tradicional: el virrey marqués de Cañete, que habría de ejercer su cargo desde 1556 hasta 1560. Con una actitud firme para afianzar el poder y la autoridad virreinal, el marqués de Cañete procuró frenar los abusos, rencillas y nepotismo de los oidores, a los que denunció como ineptos, lo que produciría verdadero malestar y descontento entre ellos. Envió al licenciado Muñoz como corregidor al Cuzco y al licenciado Altamirano a Charcas para extinguir las brasas de rebelión e investigar y castigar a los culpados en los levantamientos pasados; y procedió a una política de colonización interna, creando nuevos asentamientos hispanos y dando ocupación a los ociosos.

No tuvo empacho en castigar a algunos de los más poderosos hombres del Perú, pese a su fuerza y prestigio en el virreinato, como primeros conquistadores y ricos encomenderos. Desterró a España a las cabecillas de la oposición y a los que criticaban abiertamente su retraso en dar encomiendas vacantes y mercedes.

Si caían las primeras figuras de la sociedad limeña y peruana, mucho más debían temer la autoridad de Cañete los desposeídos y vagabundos. El Marqués quería desaguar el virreinato de soldados vagabundos, matachines y aventureros, a los que se conocía con el nombre de los Guzmanes, y convertir a los ociosos en labradores y buenos colonos. A los beneméritos de mayor relieve los contentó y atrajo promoviendo buenos enlaces con ricas herederas o encomenderas y con el reparto de tierras; a otros los enroló en las compañías de Gentiles Hombres de Lanzas y Arcabuces que creó a tal efecto y a los que dotó con buenas rentas por sus puestos; otros fueron destinados como colonos, labradores, ganaderos y artesanos, a las ciudades que ordenó fundar. A los más inclinados a hechos de armas o con mayor experiencia en ellos los envió a Chile en la expedición que dirigía su propio hijo, don García de Mendoza (1557).

Buscando soluciones para acabar con los elementos sediciosos y aventureros en busca de gestas

Desafortunadamente, las medidas del nuevo Virrey no bastaban para calmar los ánimos de algunos elementos defraudados o metidos con la justicia que andaban por allí causando o buscando problemas, como apunta el doctor ORTIZ DE LA TABLA DUCASSE (1987): "Sobraban los veteranos de guerra aún por recompensar; sobraban también los revoltosos e inculpados en antiguas rebeliones, temerosos de las indagaciones que había promovido [el virrey marqués de Cañete]; iban aumentando y sintiéndose en las ciudades y pueblos los llamados mozos de la tierra, mestizos sin oficio ni beneficio, tachados con los peores vicios de sus dos razas y rechazados por sus dos mundos. Había también elementos distinguidos socialmente que con más prestigio que bienes querían emular las campañas y gestas de los primeros descubridores y conquistadores, y tras ellos una multitud de pacíficos colonos que, idos al Nuevo Mundo, no habían encontrado hasta entonces las riquezas que soñaron ni el salto social que esperaban" (o.c., págs. 22 y 23).

Para dar ocupación y satisfacción a todos estos grupos, el marqués de Cañete, además de las medidas señaladas, autorizó en 1558 las expediciones de Gómez Arias a Rupa-Rupa, Juan de Salinas a Yaguarsongo y Antonio de Oznayo a Bracamoros, y al año siguiente, la que nos ocupa, la jornada de Pedro de Ursúa a Omagua y El Dorado.

"[Q]ue el fantástico país existiese o no existiese, le importaba escasamente al aristocrático Virrey" - observa Rosa ARCINIEGA (1946) al comentar la "estrategia" del marqués de Cañete. "Lo que a él le interesaba y convenía - en interés y conveniencia de la corona de Castilla, desde luego - era "descargar el Perú" de aquella creciente plaga de conquistadores y soldados sin fortuna que vagaban por el reino, con el arcabuz al hombro, en busca de "qué comer", de Encomiendas imposibles o, en su defecto, a la expectativa del motín por amor a la paga extraordinaria. Mendoza había hecho ya varias sangrías a este amenazante tumor social con el envío a Chile de algunos centenares de hombres, puestos al servicio de su hijo García para la guerra de Arauco. Pero no bastaba. Era preciso encontrar a los restantes un quehacer, autorizar unas de aquellas "entradas"... a inexploradas regiones. Aquello tenía siempre la virtud de electrizar las voluntades y hacer germinar las ilusiones hasta en los más baqueteados y viejos conquistadores. Y así fue cómo don Pedro de Ursúa obtuvo el asentimiento superior para salir a la conquista de El Dorado..." (o.c., págs. 290 y 291; ver también las págs. 301 y 302).

Cañete sabía muy bien que "sólo otro nuevo Dorado podía incitar a organizar una expedición de descubrimiento, de cierta envergadura, en Perú a fines de la década de 1550, cuando todo lo más rico del territorio era conocido y todos los indios y tierras mejores estaban repartidos", añade el doctor ORTIZ DE LA TABLA DUCASSE (o.c., , 1987, pág. 22).

¡Qué claro lo vislumbra todo! el protagonista de Lope de Aguirre, Príncipe de la Libertad (1979) , novela histórica del escritor venezolano Miguel OTERO SILVA: "Ya que no puede el virrey Marqués de Cañete ahorcar de un golpe a cuatro mil soldados españoles que andamos dando tumbos por el Perú sin ocupación y sin blanca, y como sabe de sobra que el hambre y la ociosidad son el origen de todas las rebeldías, pues nos ofrece entradas y descubrimientos hacia el Sur y hacia el Oriente, por en medio de selvas tenebrosas y ríos indómitos, que si hallamos la gloria será para el Rey y si hallamos la muerte será para nosotros" (o.c., pág. 102).

Notas
  1. En la "Introducción" a su edición de la más completa y detallada de las crónicas y relaciones escritas por los propios componentes de la "Jornada a Omagua y El Dorado", la del bachiller Vázquez: Francisco VÁZQUEZ, El Dorado. Crónica de la expedición de Pedro de Ursúa y Lope de Aguirre. Edición e introducción de Javier ORTIZ DE LA TABLA DUCASSE. Madrid, Alianza Editorial, 1987. "Quizá - observa Enriqueta VILA al comentar el "importante aparato erudito" que completa esta versión de la crónica del bachiller VÁZQUEZ - el mayor acierto del autor de la presente edición sea el introducir al personaje [de Aguirre] en el ambiente que le rodeaba: un mundo difícil y complejo que es expuesto con fuerza y claridad en unas pocas páginas, expresivas y ágiles. El mundo del energético virrey marqués de Cañete en el que se gestó la expedición de don Pedro de Ursúa, que no podría comprenderse fuera de su contexto" (Reseña a Francisco Vázquez. El Dorado, en Novedades, Madrid, Alianza Editorial, No. 19 (mayo-junio 1987), pág. 7).
  2. LOCKHART, James, El mundo hispanoperuano, 1532-1560.
  3. "La encomienda fue una institución característica de la colonización española de América y Filipinas, establecida como un derecho otorgado por el Rey (desde 1523) en favor de un súbdito español (encomendero) con el objeto de que éste percibiera los tributos que los indígenas debían pagar a la corona (en trabajo o en especie y, posteriormente, en dinero), en consideración a su calidad de súbditos de la misma. A cambio, el encomendero debía cuidar del bienestar de los indígenas en lo espiritual y en lo terrenal, asegurando su mantenimiento y su protección, así como su adoctrinamiento cristiano (evangelización). Sin embargo, se produjeron abusos por parte de los encomenderos y el sistema derivó en muchas ocasiones en formas de trabajo forzoso o no libre, al reemplazarse, en muchos casos, el pago en especie del tributo por trabajo en favor del encomendero.

    La encomienda de indios procedía de una vieja institución medieval implantada por la necesidad de protección de los pobladores de la frontera peninsular en tiempos de la Reconquista. En América, esta institución debió adaptarse a una situación muy diferente y planteó problemas y controversias que no tuvo antes en España. Si bien los españoles aceptaron en general que los indígenas eran seres humanos, los definieron como incapaces que, al igual que los niños o los discapacitados, no eran responsables de sus actos. Con esa justificación sostuvieron que debían ser "encomendados" a los españoles.

    Los tributos indígenas en especie (que podían ser metales, ropa o bien alimentos como el maíz, trigo, pescado o gallinas) eran recogidos por el cacique de la comunidad indígena, quien era el encargado de llevarlo al encomendero. El encomendero estaba en contacto con la encomienda, pero su lugar de residencia era la ciudad, bastión neurálgico del sistema colonial español.

    La encomienda fue una institución que permitió consolidar la dominación del espacio que se conquistaba, puesto que organizaba a la población indígena como mano de obra forzada de manera tal que beneficiaran a la corona española. Se estableci[ó] el 20 de diciembre de 1503 en una real Provisión.

    Supuso una manera de recompensar a aquellos españoles que se habían distinguido por sus servicios y de asegurar el establecimiento de una población española en las tierras recién descubiertas y conquistadas. Inicialmente tuvo un carácter hereditario, posteriormente se otorgó por tiempo limitado.

    Jurídicamente estuvo regulada sin éxito por las Leyes de Burgos de los Reyes Católicos (1512 y 1513) [que eran para proteger al indígena y que llegaban a ordenar que se les enseñe a leer y escribir] y fue modificada por las Leyes Nuevas (1542), que se hicieron cumplir por la fuerza contra los encomenderos. [Los nuevos Virreyes llegaron a América con órdenes expresas de que se cumplieran estas leyes, lo contrario que había pasado con las anteriores, llegando a haber una guerra en Perú entre los encomenderos y los leales al rey, con el Virrey Francisco de Toledo. Mientras, en el Virreinato de Nueva España, el virrey Luis de Velasco y Ruiz de Alarcón liberaba a 15.000 indígenas.] [Las constantes denuncias frente al maltrato de los indígenas por parte de los encomenderos y el advenimiento de la llamada catástrofe demográfica de la población indígena, provocaron que la encomienda entrara en crisis desde finales del siglo XVII, aunque en algunos lugares llegó a sobrevivir aún hasta el siglo XVIII.] Fue abolida en 1791. [La encomienda fue siendo reemplazada por un sistema de esclavitud abierta de personas secuestradas en África y llevadas forzadamente a América.]" Adaptación ligera del artículo "Encomienda" en Wikipedia, consultado 14-09-2012.

    Acerca del monopolio ejercido por los encomenderos y el carácter hereditario de la encomienda en el Perú virreinal de la época de la "Jornada del Marañon precisa el doctor ORTIZ DE LA TABLA DUCASSE: "Los cabildos coloniales peruanos y quiteños del siglo XVI estuvieron dominados y monopolizados por estos grupos de encomenderos, estrechamente ligados por lazos de parentesco y, a veces, de paisanaje, que a la vez que se perpetuaban en sus cargos lo hicieron en sus encomiendas por dos y tres generaciones constituyendo las primitivas élites coloniales" (o.c., pág. 12).

  4. "El grupo de conquistadores o sus descendientes que acaparaban las encomiendas, cargos de cabildos, tierras, ganados, obrajes, etc., representaban tan sólo menos del 10 por 100 de los vecinos de cada ciudad." Javier ORTIZ DE LA TABLA DUCASSE, o.c., pág. 13.
  5. El escritor venezolano Miguel OTERO SILVA nos los muestra redivivos, humanizados, pudiera decirse que "caminando" sobre las páginas de su novela histórica Lope de Aguirre, Príncipe de la Libertad (1979), y recortados con maestría contra "el cielo cubierto de nubes de las Indias" cuando entre "marañones" comentan: "- Ya no somos soldados - dice mi amigo vizcaíno Pedro de Munguía, bronco y rencoroso como los lobos... - somos una tribu de vagamundos - digo yo [Aguirre] dando voces -. Somos más de siete mil míseros vagamundos que andamos recorriendo sin tregua los caminos del Perú; del Cuzco al Collao, del Collao a la Plata, de la Plata a Potosí, con aire de saltadores. ... - El muy ilustre don Pedro de la Gasca, incomparable maestro de la injusticia, es el mayor culpable - dice Pedro de Munguía en voz baja -. A la hora de repartir mercedes, premió pródigamente a los traidores, y se olvidó tacañamente de los leales. ... - Los valles y los caseríos nos ven pasar con zapatos rotos de pícaros, con bragas decosidas de pordioseros. ¿Qué nos dura de conquistadores españoles? - dice Pedro de Munguía. ... - Nos dura la furia - digo yo -." (o.c., La Habana, Casa de las Américas, sin año [1982], págs. 71 y 72).
  6. Las "entradas" a regiones no conocidas se hacían a costa de los conquistadores, que en compensación, recibían títulos, cargos y encomiendas (o repartimientos) de indios.
Bibliografía
  • LACOSTA, Xavier, "Las guerras civiles en el Perú", en Historia 16 (Historia Viva S.L., Madrid), Año XXVIII, No. 342 (octubre 2004), págs. 8-29.
  • ARCINIEGA, Rosa, Dos rebeldes en el Perú. : Gonzalo Pizarro (“El gran rebelde”) y Lope de Aguirre (“El cruel tirano”). Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1946.
  • LOCKHART, James, El mundo hispanoperuano, 1532-1560. México, FCE | Fondo de Cultura Económica, 1982.
  • ORTIZ DE LA TABLA DUCASSE, Javier (ed.), "Introducción" a Francisco VÁZQUEZ, El Dorado. Crónica de la expedición de Pedro de Ursúa y Lope de Aguirre. Madrid, Alianza Editorial, "El Libro de Bolsillo", No. 1246, sección "Clásicos", 1987, págs. 7-37.
  • OTERO SILVA, Miguel, Lope de Aguirre, Príncipe de la Libertad. La Habana, Casa de las Américas, 1982.
Webografía

miércoles, 22 de agosto de 2012

Las relaciones escritas por los expedicionarios, ¿son narraciones históricas o personales? ¿Son verídicas o interesadas? ¿Tienen carácter legal?

¿A qué se debe que los relatos de los "marañones" se hayan dado a conocer como relaciones?

Nada más haber dado muerto las tropas reales al "tirano" Aguirre, en tierras de Venezuela, empezaron a salir "relaciones" de lo ocurrido de la mano de unos "marañones" (expedicionarios que habían sobrevivido la "Jornada del Marañon" y ahora se exponían a ser condenados por el acto de alta traición y las atrocidades perpetradas bajo el mando de Aguirre) y algunos contemporáneos de los hechos.

¿Qué hay que entender por el vocable relación en el contexto del siglo XVI hispánico? ¿En qué difiere de otros géneros historiográficos como el anal o la historia? Entender esto es importante. Nos dice mucho sobre la intención del autor, y por lo tanto, sobre la finalidad de lo que quiso dejar por escrito, cosa que permitirá hacer una lectura más apropiada y justa de lo que narran los cronistas y de cómo lo narran (el estilo, el ritmo, los esquemas convencionales y posibles "libertades" tomadas con respecto a los mismos, el uso de recursos retóricos).

Investigadores de varias disciplinas (historia, filosofía de la historia, teoría e historia de la literatura, sociología, etc. ) han aportado a esta temática. Por el momento (hasta enterarnos un poquito más del tema), mencionaremos a Beatriz PASTROR (1988), según quien el discurso de los conquistadores va cambiando conforme avance el proceso descubridor y se vaya modificando la idea que se tenía del continente desconocido al contacto con la realidad del mismo; Hayden White, quien distingue a las crónicas de otros tipos discursivos cercanos por la manera de narrar; Walter MIGNOLO (1982), quien define el vocablo relación y distingue períodos con respecto al tipo de discurso que representa; Roberto GONZÁLEZ ECHEVARRÍA (1976, 2000), quien ha estudiado el género de cerca y señala unos objetivos del género; aspectos a los que ha aportado igualmente José RABASA (1995). Luego hay estudios de casos particulares de relaciones que resumen o hacen una lectura de las aportaciones de dichos investigadores, como es el caso de Meghan McINNIS-DOMÍNGUEZ (2008), Deise Cristina SCHELL (2008), Rodolfo FERNÁNDEZ (2007) y otros más.

Walter MIGNOLO (1982), al comparar las cartas relatorias, relaciones y crónicas, tres tipos discursivos relacionados con la Conquista española, destaca el carácter "oficial" de las relaciones. Según él, en el siglo XVI el vocablo relación significaba "narración o informe que se hace de alguna cosa que sucedió" (1992, pág. 70). Según recuerda la investigadora brasileña Deise Cristina SCHELL (2008) en su estudio sobre las relaciones verdaderas de los "marañones" Pedrarias de Almesto y Francisco Vázquez, Beatriz PASTOR (1988) apunta que en aquel período, la relación, se va afirmando como "punto de convergencia de la epístola y el documento legal" (1988, pág. 95). Comenta Schell que lo que distingue las relaciones de las cartas personales, es el compromiso del autor con la veracidad de lo que se narra: "Elas narram, assim como as epístolas, variados aspectos da realidade e descrevem ações e comportamentos, trazendo o ponto de vista de seu autor. No entanto, diferentemente das cartas pessoais, pretendem ser um documento legal, devendo o escritor, assim, estar comprometido com a veracidade do narrado" (2008, pág. 5).

Tiene razón SCHELL (2008, pág. 6) cuando dice que a la diferencia de muchas otras relaciones del descubrimiento y de la Conquista del "nuevo continente", las que escribieron los "marañones" no fueron redactadas con la intención de informar del viaje a la Corona, ni había sido encargado expedicionario alguno con tal oficio. Apoyándose en Maria Cristina BOHN MARTINS (2007, pág. 41), confirma lo que han observado varios investigadores y que sugerimos en otra entrada de esta bitácora: los testimonios directos de los expedicionarios de la "Jornada del Marañón" responden a "intereses inmediatos", teniendo en cuenta la posición social-jurídica en la que se encontraban tras el fracaso de la rebelión: "os textos tem o intuito de "narrar ou informar algo que aconteceu" em uma iniciativa de seus próprios autores, que pretendiam isentar-se da culpa dos atos de violência e de traição à Coroa Espanhola, ocorridos no trajeto da viagem" (2008, pág. 6).

Visto el momento en que se organizó en tierras peruanas la expedición de Pedro de Ursúa en busca de "Omagua y El Dorado" (tras las guerras civiles, al establecerse la administración y el orden social colonial, quedándose fuera individuos como Aguirre, rodando por allí, frustrados, desengañados) y la creciente incredulidad y sensación de engaño de la hueste de Ursúa al no encontrar las tierras y riquezas prometidas, las relaciones de los "marañones" entran en la categoría del "discurso de la rebelión" de Beatriz PASTOR (1988), que tiene como función de "neutralizar una actuación personal cuestionable o equivocada. Se trata de reafirmar la lealtad incondicional al rey y de demostrar la propia inocencia ante cualquier posible acusación de complicidad o participación en las acciones que ésta sustentaba" (1988, pág. 307, apud Schell, 2008, pág.6).

  • FERNÁNDEZ, Rodolfo (Centro INAH, Jalisco), “Retórica y colonización en Nueva España: el caso de la Relación de Michoacán, en Historias (Revista de la Dirección de Estudios Históricos, INAH | Instituto Nacional de Antropología e Historia, Gobierno de México), Nos. 66-67 (enero-junio 2007), “Ensayos”, págs. 73-86. Sobre el vocablo relación como tipo discursivo, con referencias a Walter MIGNOLO, ver págs. 73-74.
  • GONZÁLEZ ECHEVARRÍA, Roberto, Relecturas: Estudios de literatura cubana. Caracas, Monte Ávila Editores, 1976. Ver pág. 25.
  • GONZÁLEZ ECHEVARRÍA, Roberto, Mito y Archivo: una teoría de la narrativa latinoamericana. México D. F., Fondo de Cultura Económica | FCE, 2000. Ver pág. 96.
  • BOHN MARTINS, Maria Cristina (Universidade do Vale do Rio dos Sinos | UNISINOS, Brasil), "Descobrir e redescobrir o Grande Rio das Amazonas. As Relaciones de Carvajal (1542), Alonso de Rojas SJ (1639) e Christóbal de Acuña SJ (1641)", en Revista de História (São Paulo), No. 156 (1r semestre de 2007), págs. 31-57.
  • McINNIS-DOMÍNGUEZ, Meghan (Universidad de Delaware), “La violencia del/al género en la Relación acerca de las antigüedades de los indios de Fray Ramón Pané”, en Espéculo. Revista de estudios literarios (UCM | Universidad Complutense de Madrid), No. 40 (2008).
  • MIGNOLO, Walter, “Cartas, crónicas y relaciones del descubrimiento y la conquista”, en Luis ÍÑIGO MADRIGAL (coord.), Historia de la literatura hispanoamericana, Tomo 1: Época colonial, Madrid, Cátedra, 1982. Segunda edición,1992. Quinta edición, 2008. Sobre el vocablo relación y los períodos significativos relativos al tipo de discurso que representa, ver: Segunda edición, 1992, págs. 70-71.
  • ORTIZ, Espitia, y David LEONARDO, Las cartas de relación como antecedente genérico de la narrativa histórica en las crónicas de Indias. Tesis doctoral. Universitat Autònoma de Barcelona | UAB, Facultat de Filologia i LLetres, Departament de Filologia Espanyola, 2016.
  • PASTOR, Beatriz, Discursos narrativos de la conquista: mitificación y emergencia. Segunda edición. Hanover (NH), Ediciones del Norte, 1988.
  • RABASA, José, “De la allegoresis etnográfica en los Naufragios de Álvar Nuñez Cabeza de Vaca”, en Revista Iberoamericana, Vol. 61, Nos. 170-171 (1995), págs. 175-185. Ver pág. 176. Se basa en las distinciones narrativas que hace Hayden WHITE entre anales, crónicas e historia.
  • SCHELL, Deise Cristina (Licenciada em História, UNISINOS), “Representações de si e dos outros nas Relaciones de Almesto e de Vázquez sobre a Jornada de Omagua e Dorado (1560-61)”, en História, imagem e narrativas (Brasil), No. 7, Ano 3 (setembro-outubro 2008).
  • SCHELL, Deise Cristina (Mestranda em História – Programa de Pós-Graduação em História da Universidade do Vale do Rio dos Sinos / UNISINOS) , “Lope de Aguirre, sujeito de sua própria história: as cartas do rebelde e a ‘escrita de si’ ”, en História Social (UNICAMP, Instituto de Filosofia e Ciências Humanas / IFCH, Campinas, Brasil), No. 18 (2010), Dossiê “Cultura e Política na América Latina”, págs. 15-30. O presente trabalho foi realizado com o apoio do Conselho Nacional de Desenvolvimento Científico e Tecnológico– CNPq – Brasil.
  • SCHELL, Deise Cristina (Mestranda em História na Universidade do Vale do Rio dos Sinos, Bolsista CNPq), “A escrita das relaciones da Jornada de Lope de Aguirre (1560-1561)”, en Anais do XXVI Simpósio Nacional de História – ANPUH. São Paulo, julho 2011.
  • WHITE, Hayden, El contenido de la forma. Narrativa discurso y representación histórica. Traducción de Jorge VIGIL RUBIO. Barcelona, Paidós, 1992.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Lás crónicas y demás relatos de la "Jornada del Marañón"

La proliferación de testimonios directos e indirectos a poco de terminar la desgraciada expedición de Ursúa a tierras de Omagua y El Dorado. En unos casos fruto de la necesidad personal más inmediata

Nada más haber dado muerto las tropas reales al "tirano" Aguirre, en tierras de Venezuela, empezaron a salir "relaciones" de lo ocurrido. No debe sorprender si sabemos que de los pocos "marañones" que sobrevivieron la aventura (algunos habían escapado en una de las últimas paradas hechas por la hueste de Aguirre, otros habían estado con Aguirre hasta el final, en Barquisimeto), visto la gravedad de los hechos perpetrados bajo el mando del "tirano", tendrían ahora que justificarse ante las autoridades reales. Era hora de poner todo por escrito procurando autoexculparse, echando toda la culpa a Aguirre y si hacía falta también parcialmente a algunos de sus compañeros, y alabando a sí mismos cuánto podían, manifestando repetidamente su lealtad al Rey y a las autoridades locales.

Resultado: una diversidad de "relaciones" interesadas, unas ya más detalladas y verídicas que otras, todas con una curiosa mezcla de denigro abierto de y admiración cubierta por el "tirano" Aguirre, alguna, como ha intentado demostrar Juan Luis Calbarro (2004) para el relato del bachiller Francisco Vázquez, usando con la debida eficacia el instrumentario retórico de historiadores como Quintiliano para confeccionar su retrato del maldito "tirano". Cabe recordar, sin embargo, lo que Julio Caro Baroja (1968), y nos lo señala Javier Ortiz de la Tabla Ducasse (1987, pág.9), ha observado relativo a la exaltación y desmesurada pasión que han originado Aguirre y su sanguinaria expedición, presentando al conquistador vasco como una bestia demoníaca y a los asesinatos que ordenó o comitió como crímenes sin justificación alguna perpetrados por mera ansia de poder: "Los autores de las relaciones primeras de sus hechos son acaso menos gesticulantes que quienes los contaron después, aunque se hallaban bajo el influjo del terror personal, directo, que Lope inspiraba"(3ª ed., 1983, págs. 65 y 66).

Aparte de los testimonios directos (en forma de crónicas, como las de un Francisco Vázquez, Pedrarias de Almesto o Gonzalo de Zúñiga, o cartas, como la de un Juan de Vargas Zapata) hechos por los protagonistas de la "Jornada del Marañon", disponemos de otros relatos manuscritos de contemporáneos no expedicionarios hechos poco después o en las primeras décadas posteriores a los hechos. Es el caso de Toribio de Ortiguera (1581 y 1586) y de Diego de Aguilar y Córdoba (1578), siendo este último, y aquí apoyamos la tesis de Celsa Carmen García Valdés (1992), quien destacó el valor particular de este testimonio, uno de los "autores menos gesticulantes" de los que habla Julio Caro Baroja en la cita antes mencionada: esta investigadora destaca el valor particular del testimonio de Diego de Aguilar y Córdoba para la interpretación ecuánime de la actuación de Aguirre y sus "marañones", ya que éste intenta tener en cuenta todos los factores e intenta situar los hechos en el contexto histórico-político-social de la época.

Sumario comentado de las primeras crónicas y cartas sobre la "Jornada de Pedro de Úrsua y Lope de Aguirre a Omagua y El Dorado"

Echemos ahora una ojeada a las principales crónicas y cartas manuscritas sobre la "Jornada del Marañón" y las ediciones que se hicieron de éstas. Es básico a este respecto la lectura de las aportaciones del historiador navarro Emiliano Jos (1927, 1950), así como los resúmenes o comentarios críticos con nuevas aportaciones los de Elena Mampel González y Neus Escandell Tur (1981), Rafael Díaz Maderuelo (1986) y Javier Ortiz de la Tabla Ducasse (1987), y no hablamos de ciertos editores o investigadores anteriores o posteriores. Por ejemplo, por lo que atañe a Diego de Aguilar y Córdoba, cabe mencionar a Celsa Carmen García Valdés (1992), Julián Díez Torres (2011). Entre los trabajos que investigan de más cerca el género y el estilo de las crónicas y otros testimonios sobre la "Jornada del Marañón", basándose en estudios teóricos como los de Hayden White, Walter Mignolo,... sobre la relación como tipo discursivo (temática que abordamos en otra entrada de esta bitácora), y comparan en detalle las versiones que dan de los mismos hechos varios "marañones", destacan los de Beatriz Pastor (1988) y las aportaciones recientes de la investigadora brasileña Deise Cristina Schell (2008, 2011).

  • ALMESTO, Pedrarias de, "Relación verdadera de todo lo que sucedió en la Jornada de Omagua y Dorado que el gobernador Pedro de Ursua fue a descubrir por poderes y comisiones que le dio el visorey Marqués de Cañete, desde el Pirú por um río que llaman de Amazonas, que por otro nombre se dice el río Marañón el cual tiene su nascimiento en el Pirú, y entra en el mar cerca del Brasil. Trátase asimismo del alzamiento de don Fernando de Guzmán y Lope de Aguirre y de las crueldades de estos perversos tiranos", en CARVAJAL, G.; ALMESTO, P. & ROJAS, A de, La aventura del Amazonas. Ed. de Rafael Díaz. Madrid, Historia 16, "Crónicas de América", Vol. 19, 1986.
  • CALBARRO, Juan Luis, "Lope de Aguirre, el maldito. Retrato retórico", en Historia 16, Año XXVIII, No. 342 (octubre 2004), págs. 30-39.
  • CARO BAROJA, Julio, El señor Inquisidor y otras vidas por oficio. Primera edición. Madrid, Alianza Editorial, 1968. Tercera edición, Madrid Alianza Editorial, 1983. Entre las ediciones posteriores: Madrid, Alianza Editorial, 1997 y 2006.
  • GARCÍA VALDÉS, Celsa Carmen (Universidades de Oviedo, Catania, Rabat, Navarra), "Una visión original de la Jornada del Dorado: El Marañón de Diego de Aguilar y de Córdoba", en Kurt y Roswitha REICHENBERGER (eds.), con la ayuda del Gobierno de Navarra, Las Indias (América) en la literatura del Siglo de Oro. Actas del Congreso Internacional. Pamplona, 15-18 de enero 1992. Kassel (Alemania), 1992, págs. 175-198.
  • PASTOR, Beatriz, Discursos narrativos de la Conquista: mitificación y emergencia. Segunda edición. Hanover (HN), Ediciones del Norte, 1988.
  • VÁZQUEZ, Francisco, "Relación verdadera de todo lo que sucedió en la jornada de Amagua y Dorado, que fue a descubrir el Gobernador Pedro de Ursua, con poderes y comisiones que le dio el Virrey Marqués de Cañete Presidente del Peru. Tratase, asimismo, Del alzamiento de Don Fernando de Guzmán y Lope de Aguirre y otros tiranos", en El Dorado. Crónica de la expedición de Pedro de Ursúa y Lope de Aguirre. Introducción y notas de Javier ORTIZ DE LA TABLA DUCASSE. Madrid, Alianza Editorial, 1987.

lunes, 6 de agosto de 2012

El personaje de Lope de Aguirre: incomoda y es olvidado, o viene a propósito y se recupera, o es admirado estéticamente, alguna vez se analiza científicamente, pero raras veces se revalora en su contexto

La fama y memoria de Aguirre, personaje histórico sobrecogedor sujeto a las lecturas más diversas y cambiantes.

Al igual que Simón Bolívar, "el Libertador", o Hernán Cortés (a quien parte de los mexicanos odian "oficialmente" pero admiran secretamente, una figura histórica que despierta pasiones extremas en el país, como pudo comprobar Ramón J. SENDER (1976, págs. 10-11) al iniciar allí su exilio), Lope de Aguirre "el Tirano" es sin duda uno de los personajes de la historia hispanoamericana que más polémicas ha originado / origina y más tinta ha hecho / hace fluir. Ya sea por su personalidad, la ferocidad de sus crímenes, sus blasfemias o su atrevida actitud frente a la máxima autoridad española, los numerosos comentaristas y lectores de los hechos sanguinarios y actos de rebeldía ocurridos durante la "Jornada del Marañón" de la que tomó el mando han intentado maldecir de él, acusarlo de todas las maldades perpetradas, estigmatizarlo y condenarlo al olvido; o lo han magnificado y mitificado en un plan meramente estético por su singularidad y la de los hechos; o se han apropiado de manera oportuna su fama o figura por motivos personales inmediatos o para diversas causas de mayor transcendencia; han analizado su comportamiento "científicamente"; o han aprovechado las posibilidades y el margen de libertad que da la transfiguración literaria (o artística en general) de su historia para desmontar la Historia oficial de Hispanoamérica (la de historiadores españoles, anglosajones etc.) y proceder a la reconstitución de la memoria y reinvención de la Historia propia.

1- Las crónicas que nos han dejado de la "Jornada del Marañón" o "Jornada de Omagua y el Dorado" el bachiller Francisco VÁZQUEZ, Pedrarias DE ALMESTO, Custodio HERNÁNDEZ, Gonzalo DE ZÚÑIGA y otros "marañones", testigos directos de los hechos, junto con las de cronistas ajenos al viaje, no reparan en tratar de dejar de Aguirre la imagen de tirano maldito, asesino, blasfemo y traidor, un ser demoníaco dispuesto a matar sin consideraciones a los más próximos por salvar su piel y satisfacer su afán de poder y gloria, como observan varios especialistas del tema. Sus "relaciones" de los hechos tienen un fondo de realidad pero mezclan ingeniosamente, vigilando su dosificación, información que parece ser cierto o tener sentido con otra parcial. Es más, para lograr su objetivo de autoexculpación poniendo toda la culpa del lado del tirano, hacen uso del instrumentario retórico que ya empleaban los historadores de la Antigüedad, como ha tratado de demostrar Juan Luis CALBARRO (2004), quien como unos cuantos colegas a comprobado que "la terrible imagen del conquistador oñatiarra responde a relatos interesados de hombres como Francisco VÁZQUEZ, que había participado en la aventura amazónica y necesitaba demostrar que él siempre había permanecido leal al Rey" (2004, pág. 31). Pero ¿quién no lo haría en su lugar? Si bien al final muchos acabaron traicionando al mismo Aguirre, habían sido partícipes del motín contra el general Pedro de Ursúa y su "sucesor", el príncipe títere Fernando de Guzman, y habían firmado bajo amenaza de muerte por parte del mismo Aguirre la famosa carta manifestando su desobediencia a la Corona española, carta que el tirano luego hizo llegar a Felipe II, lo que es un hecho gravísimo; y se les iba a acusar sin falta de complicidad en los asesinatos del jefe expedicionario y otros miembros de la jornada, o en las crueldades perpetradas contra civiles en la isla Margarita o en tierras de Venezuela.

2- Apenas había muerto, en octubre de 1561, en Barquisimeto, que ya la Historia oficial (autoridades indias, comentaristas coetáneos, historiadores españoles, anglosajones) intentaría borrar su memoria, stigmatizarlo como "oveja negra" de la historia de la conquista del Nuevo Mundo, condenarlo al olvido. Lograron tal vez borrar por parte la memoria del sanguinario episodio durante dos siglos, pero no pudieron con la leyenda del personaje, cosa que si hay que creer la crónica del "marañón" Francisco VÁZQUEZ, el mismo Aguirre habría presentido. Es Julio CARO BAROJA (1968) quien recuerda, y lo cita al respecto Javier ORTIZ DE LA TABLA DUCASSE (1987, pág. 8), que lo que Aguirre consideraba su bienaventuranza consistía "en que le tuvieran más por animoso que por cristiano, porque había dicho muchas veces que cuando no pudiese pasar al Perú y destruirle y matar todos los que en él estuvieren, que a lo menos la fama de las cosas y crueldades que hubiese hecho quedaría en la memoria de los hombres para siempre" (3ªed., 1983, pág. 113).

Esta tensión entre condena oficial / detracción y admiración / mitificación ira augmentando con el paso de los siglos. Como señala Javier ORTIZ DE LA TABLA DUCASSE (1987, pág. 9), "es fundamental para comprender la exaltación y trascendencia de Aguirre hasta nuestros días" la siguiente "acertada observación" de Julio CARO BAROJA (1968), palabras que recordará también Nina BRUNI (2003): "Los autores de las relaciones primeras de sus hechos son acaso menos gesticulantes que quienes los contaron después, aunque se hallaban bajo el influjo del terror personal, directo, que Lope inspiraba" (3ª ed., 1983, págs. 65 y 66). Este tema lo desarrollamos en otra entrada en esta bitácora. Por ahora digamos que, para comprobarlo, basta con leer Rosa ARCINIEGA (1946, págs. 272 y 273) sobre lo que las autoridades indias locales sentenciaron u ordenaron una vez muerte el "tirano" (1561) y los versos que le dedica Alonso de ERCILLA y ZÚÑIGA en su poema épico La Araucana (1569, 1578 y 1589), o Julio CARO BAROJA (1983, pág. 112) sobre el relato de fray Reginaldo DE LIZÁRRAGA (coetáneo pero no expedicionario), como señala Javier ORTIZ; o los relatos de los franciscanos fray Pedro DE AGUADO (1581-82) y fray Pedro SIMÓN (1627).

A partir del siglo XIX, una serie de "biografías" (Robert SOUTHEY, 1821), estudios "históricos" (Emiliano JOS, 1927, 1950) y ediciones de las crónicas de la jornada reforzarían todavía la imagen de la bestia Aguirre, un ser monstruoso y sanguinario cuya alma, como todavía cuentan unas leyendas americanas, estaba condenada a errar eternamente sin encontrar reposo (como todavía cuenta una leyenda americana, que el escritor venezolano Arturo ÚSLAR PIETRI, entre otros, a recuperado en su cuento "El fuego fatuo"). En su reseña (Heraldo de Aragón, 23-09-2010) de La expedición de Ursúa y los crímenes de Aguirre, la reciente traducción (Madrid, Edit. Reino de Redonda, 2010) de la obra de Robert SOUTHEY de la mano de Soledad MARTÍNEZ DE PINILLOS, César PÉREZ GRACIA observa que "en cierto modo el libro de Southey pertenece al género gótico, en el que el Loco Aguirre viene a ser el Ogro o Numa del Amazonas", y precisa: "El patizambo Lope alardea de bravucón y temerario. Es un personaje tenebroso, un Numa de Indias, más retorcido que los cuernos de un toro".

3- El movimiento independentista americano (o movimiento criollo) de principios del s. XIX, y tras la liberación de gran parte del territorio colonial, el nacionalismo alentado por las ideas románticas que se originaría a raíz de estos eventos tanto allí como en Europa, iban, al igual que los habían hecho los propios cronistas, apropiarse la figura de Aguirre, pero con otro enfoque, radicalmente opuesto: ahora se retrataría a Aguirre, en su calidad de autor de la famosa carta donde se atreve a desafiar abiertamente la autoridad de Felipe II, como un precursor de las declaraciones de independencia y del nacionalismo. Lo sacaron del olvido en el que lo había dejado la Historia oficial española para darle "status" de héroe. Esta lectura la haría nadie menos que Simón BOLÍVAR "el Libertador", quien en 1821 ordenó copiar la famosa carta de Aguirre a Felipe II, según recuerda en un artículo Vicente DE AMÉZAGA ARESTI (1964): "La obra independentista de Bolívar había tenido un precedente que él supo reconocer. Hacia 1561 pasó por Venezuela un hombre vasco que dejó su nombre lleno de trágicas resonancias. Fue Lope de Aguirre, cuya sola mención lo dice todo aquí. Pues bien, cuando el 18 de setiembre de 1821, Bolívar embarcó en Maracaibo a bordo de una goleta que había de llevarlo a San Carlos camino de Cúcuta, donde se le esperaba para que prestase juramento como presidente de Colombia, tomó para lectura durante su travesía un ejemplar de la "Historia de Venezuela", de Oviedo y Baños. Su atención recayó, principalmente, sobre aquellos pasajes en que se narran las peripecias de Aguirre y sus marañones, aguas abajo del Amazonas, hasta la isla de Margarita y Costa Firme y más que nada le sorprendió y atrajo la célebre carta dirigida por el oñatiarra al Rey Felipe II, algunos de cuyos párrafos el Libertador leyó en voz alta para sus compañeros de travesía y dictó luego a uno de ellos, el coronel Briceño, una nota dirigida al Gobernador de Maracaibo, pidiéndole que hiciera insertar en "El Correo Nacional", periódico que en aquella ciudad se editaba, la dicha carta que Bolívar calificó de "Acta primera de la Independencia de América el año de 1560"." Esta pista "aguirrista" del Lope descaradamente rebelde como independentista o libertador avant la lettre la seguirán toda una serie de escritores: Lope de Aguirre, precursor de las libertades Hispano-Americanas (Ciudad Bolívar, 1927) de Clodoveo BRINDIS PÉREZ y la "nueva novela" Lope de Aguirre, príncipe de la libertad (1979) de Miguel OTERO SILVA, cuyos títulos hablan por sí, son sólo dos ejemplos. Łukasz GRÜTZMACHER señala en su tesis doctoral (Varsovia, 2005,reeditada 2009) que la novela Crónica de blasfemos (1986)de Félix ÁLVAREZ SÁENZ va en la misma dirección, y recuerda el análisis de Ingrid GALSTER (1997), quien la considera una parábola en apoyo a la ideología de los movimientos de liberación actuales, en particular del Sendero Luminoso. En su reseña (1991) de la novela, Miguel MANRIQUE ya había dejado claro que una vez más, Aguirre aparece como un mero paladín de la libertad y, curiosamente, carece de la codicia tan frecuente entre los conquistadores. Un estudio reciente como The Wrath of God. Lope de Aguirre, Revolutionary of the Americas (2011) de Evan L. BALKAN, por su título, todavía parece inscribirse en esta línea, si bien la autora pretende abrir la perspectiva y tratar de varios enfoques a la aventura del soldado vasco.

4- A finales del siglo XIX, bajo la influencia de Charles DARWIN, Auguste COMTE y otros teóricos del positivismo, unos historiadores venezolanos usarían los orígenes vascos de Aguirre como factor determinante de la identidad del pueblo venezolano. Es la lectura que hizo Arístides ROJAS en su estudio El elemento vasco en la Historia de Venezuela (1874). Esta lectura, que atribuía a los vascos un papel importante en la historia de, y lo que ha llegado a ser en la actualidad, Venezuela (la inmigración vasca en la época colonial, la Compañía Guipuzcoana a nivel económico), ha sido cuestionada en las últimas décadas.

5- De la misma manera, últimamente, al otro lado del Atlántico, autores y pensadores vascos han ido combatiendo la imagen que se estaba creando del pueblo vasco en Hispanoamérica a raíz de las teorías positivistas: la del vasco "indómito, inquieto, independiente, etc.".

6- Hay que precisar que los mismos vascos habían recuperado la figura de Lope de Aguirre como hijo legítimo del pueblo vasco y representante de su lucha por la independencia contra el poder local (fuese como emigrante y en tierras americanas), sobre todo a raíz del apasionado estudio Los vascos en América (1914-1917, tomo IV) de Segundo DE ISPIZÚA (a quien el historiador aragonés Emiliano JOS, para quien Lope de Aguirre era la bestia sanguinaria que mataba sin consideraciones que retrataban las fuentes que había estudiado, atacaba abiertamente por su visión parcial y apasionada, que establecerá las bases para la tendencia "aguirrista", tanto en el propio País Vasco como en Hispanoamérica). Ya era el caso de Las inquietudes de Shanti Andía (1911) de Pío BAROJA y Tirano Banderas (1926) de Ramón María DEL VALLE-INCLÁN, luego se han ido añadiendo más obras, de varios géneros literarios: novela, cuento, obra de teatro, poema. No entra en esta línea (lleva pues la contra) el también vasco José DE ARTECHE (1951), quien mira a su propio pueblo, y más aún cuando se trata de vástagos como Aguirre, de un ojo más crítico tratando al vasco como "un ser problématico".

7- La última recuperación, intrínsicamente literaria, de los hechos "novelescos" de Aguirre, ha sido la que hicieron los escritores que se suelen situar dentro del movimiento de la nueva novela hispanoamericana, esta vez para intentar proceder, a través de la transfiguración literaria, a fuerza de romper moldes estructurales y lingüísticos, al cuestionamiento, la deconstrucción y hasta la destrucción de la Historia oficial occidental y reinventar una propia, apoyándose en la memoria colectiva y en el imaginario propio latinoamericano. La mejor ilustración es la novela compleja Daimón (1978) del periodista y escritor argentino Abel POSSE.

8-Luego hay lecturas menos transcendentales que pretenden "examinar científicamente" la personalidad de Aguirre, como si se tratara de un verdadero "caso médico-psiquiátrico", tratando de atribuir sus comportamientos a una doble personalidad o detectar patronos patológicos (de alguna enfermedad psiquiátrica). Es el caso de la conferencia "El delirio de reivindicación en un Conquistador de América - El caso de Lope de Aguirre el Peregrino" (1934) de Ramón PARDAL y de Lope de Aguirre, el rebelde: estudio histórico-psicológico (1943) de Juan B. LASTRES y Carlos Alberto SEGUÍN. Leímos en un artículo (Adrián ESBILLA, 26-01-2010) que según Blas MATAMORO (1986), el escritor aragonés Ramón J. SENDER se hubiera apoyado por parte, para la caracterización del protagonista de su novela histórica La aventura equinoccial de Lope de Aguirre (1964), en dos teorías sobre el Aguirre histórico defendidas por los 3 científicos que acabamos de mencionar y que ya había comentado antes el historiador Emiliano JOS (1950):

  1. La primera sería la del “delirio de reivindicación” formulada por el psiquiatra argentino Ramón PARDAL (1934), según la cual se pretende someter la realidad a las propias ideas y estas a los propios sentimientos: "el delirante tiene un gran poder de convicción y persuade a quienes lo rodean. Es un alienado razonante. Para defenderse de su persecución, se convierte en perseguidor. Sobrevalora una idea y somete a ella todas las demás". Así Aguirre "vive encerrado en su mundo delirante y se considera el único bueno en un universo de malvados. Invoca la justicia y comete arbitrariedades. Protesta, se queja, pleitea, guerrea, es lo que la medicina legal llama un "loco querulante". No alcanza a ser un revolucionario, pues no proyecta una sociedad distinta de la cuestionada por él".
  2. La segunda (citamos otra vez el artículo referido de ESBILLA) es expuesta por los peruanos Juan B. LASTRES y Alberto SEGUÍN (1943) y completa bastante acertadamente el cuadro añadiendo una nueva manía al ya repleto arsenal del personaje: "El segundón cuyo temperamento no le permite la actitud sumisa y el acatamiento incondicional, reacciona ante el hermano al que la ley y las costumbres han colocado por encima. Reacciona con el resentimiento o con la rebeldía, que se desarrollan inicialmente frente a la figura del hermano mayor, pero que se proyectan luego al padre, al jefe, al rey, a Dios”. Unas décadas más tarde, un literato y psiquiatra miembro de la agrupación vasca LA ACADEMIA ERRANTE (asociación de literatos, médicos... que promovió cierta cultura vasca en los años 1960/70) hará su propio análisis y llega a otras conclusiones. Ver lo que decimos más abajo.

Resumiendo, se puede decir que se divisan dos grandes líneas o tendencias en lo que respecta a la interpretación histórica i recreación (por no decir remitificación) literaria de la figura de Lope de Aguirre y de los hechos que perpetró y que están documentados o que se le atribuyen:

  1. una línea detractora “antiaguirrista” que, alineada con la historia oficial, intenta borrar los crímenes de Aguirre de la Historia (oficial) y mantener a su figura fuera de la lista de los héroes de la aventura gloriosa de la conquista (como “oveja negra”, como antihéroe), y a vistas de que no podrán con su “fama” o “memoria” (ya que ha sido mitificado nada más morir), o bien la pintan a él como un ser casi inhumano, con una sed de sangre y venganza ciega, sin justificación alguna, un demonio, una bestia que no conoce ni perdón ni merced ni remordimiento; o bien como un ser mentalmente enfermo que ya no es responsable de sus actos, un loco.
  2. otra línea reivindicadora o “aguirrista” que recupera a Aguirre por su causa, sea como auténtico precursor del libertador latinoamericano defensor de la causa criolla, de los indios; o sea como máximo exponente de la inmigración vasca, la estirpe que por su manera de ser i mentalidad forjará lo mejor de la identidad venezolana; o sea (si cruzamos el Atlántico) como buena muestra del carácter vasco, i por lo tanto, símbolo de la resistencia secular del vasco al poder central y a cualquiera que intenta imponerle su voluntad o sus leyes, de la lucha secular vasca por los derechos propios, la libertad, la independencia.

No todo son lecturas interesadas o parciales. Hay quien tiene la mirada más imparcial y despejada y considera un conjunto de factores.

Los enfoques a la figura de Aguirre y la jornada de los "marañones" que acabamos de mencionar nos harían olvidar que también ha habido unos observadores lúcidos, menos apasionados, que han portado un juicio más equilibrado sobre Aguirre y los hechos que se produjeron durante la jornada, echando otra luz sobre los mismos. Uno de éstos ha sido, como señala Celsa Carmen GARCÍA VALDÉS (1992), Diego DE AGUILAR Y CÓRDOBA, cuyo El Marañón (1578), escrito pocos años después de los hechos, ha sobrevivido en varios manuscritos, donde el autor intenta reducir los hechos a sus dimensiones reales situándolos en el contexto histórico-social del Perú de aquella época.

Intentos idénticos, combatiendo la persistente idea de la locura de Aguirre (defendida hasta por Emiliano JOS) u otras visiones apasionadas, habrá por un miembro de LA ACADEMIA ERRANTE (agrupación vasca de literatos, médicos, ... en los años 1960-1970) que insistirá en la influencia del medio (la selva), o por Javier ORTIZ (1987), quien refiere al contexto político-social hispanoperuano (el Virreinato en fase de o justo después de su establecimiento), o por el vasco José DE ARTECHE (1943), quien considera que Aguirre, para tener seguidores y atraer a tanta gente no puede haber sido un loco. Leer al respecto lo que dicen Elena MAMPEL GONZÁLEZ y Neus ESCANDELL TUR (1981).

Mirando todo este panorama, Javier ORTIZ (1987) concluye que ha habido más pasión que estudio detenido de las circunstancias en las que se organizó la jornada y de los propios expedicionarios, y que antes que nada hace falta conocer mejor las primeras décadas que siguen al descubrimiento: el momento en que queda establecida la administración del Virreinato y que la nivelación social de los primeros momentos se sustituye por una estratificación social incluso más rígida que en la Península, con todas las consecuencias que estos cambios conllevarían para ciertos grupos o individuos. ¿Será cierto lo que escribió Marcel BATAILLON (1966) sobre la figura y la actuación de Aguirre?, palabras que nos ha recordado Raymond MARCUS (1970, pág. 581): "... la sanguinaria insurrección de Lope de Aguirre, que pasea del Marañón a la Margarita y a Venezuela se saña contra el Rey, los misioneros y los magistrados, ¿no es como una salida desesperada del espíritu anárquico de los conquistadores ahogado por las normas nuevas?" (1966, pág. 202). Se refiere a los cambios que se habían dado progresivamente en los años 1530-1560 en el virreinato del Perú y de las que tratamos más en detalle en otra entrada en esta bitácora: el establecimiento de la administración y sociedad colonial, una ya clara estratificación social y económica y un creciente abismo entre los ricos terratenientes (los conquistadores de las primeras décadas) y muchos ex-soldados de las guerras civiles (los que llegaron tarde, demasiado tarde, a probar suerte en las Indias) que se habían quedado con las migas o sin nada, factores todavía reforzados por los cambios en las leyes relativas al trato de los indígenas, que debían poner fin a los abusos pasados y privaban incluso allí a los nuevos colones de mucha margen de actuación (libertad de maniobra).

Rabia por la desesperación, al descubrir Aguirre el engaño del que había sido víctima: es también el tono del ensayo "Aguirre ou la fureur des maudits de la conquête" (2008) de Ricardo UZTARROZ, cuando éste comenta al respecto del trato que le ha reservado al soldado vasco el director de cine alemán Werner HERZOG en Aguirre o la ira de Diós (1972): "Le regard halluciné de Klaus Kinski, qui tient le rôle d'Aguirre dans ce film, s'il dit la vérité sur l'acteur [Klaus Kinski ne joue pas, mais s'abandonne ici à sa propre démence sans retenue], ment effrontément à propos du personnage qu'il incarne. [...] contrairement à l'image qui en ressort, Lope de Aguirre n'était pas fou mais furieux, furieux de découvrir que l'histoire l'avait floué, lui et aussi toute la piétaille de la conquête. [...] Lope de Aguirre avait tout simplement décidé de se venger, car ne pas se venger des affronts subis aurait été pour lui un déshonneur. Et il était avant tout homme d'honneur" (o.c., en Ricardo UZTARROZ, Amazonie, mangeuse d'hommes, Paris, Arthaud, 2008, págs. 173-174).

Desesperación más que locura, he aquí también cómo han caracterizado la actuación de Lope de Aguirre dos grandes observadores del alma humana, uno ensayista, Miguel DE UNAMUNO, otro novelista desde el exilio, Ramón J. SENDER. Observadores más que apasionados "gesticulantes" (repetimos las palabras de Julio CARO BAROJA con respecto a la evolución de la recepción de Aguirre con el paso de los siglos), a ambos les interesa comprender al personaje y conocer y retratar tanto su grandeza humana como sus debilidades, al margen del bien y del mal, más que tomar posición a nivel político-social. Empieza don Miguel (1920) diciendo: "Asusta el número y la calidad de sus crímenes, pero maravilla la trágica y diabólica conciencia que de su maldad tenía. Era un desesperado de infernal excelencia y de una profundidad enorme. [...] Lope de Aguirre, en efecto, no fué un criminal vulgar, instintivo, una pura bestia humana; fué más bien un ángel caído y demoníaco, un demonio, pero angélico. Angélico como Luzbel. No era la carne bruta, era el espíritu torturado el que le llevaba a sus atroces crímenes, era la desesperación." (1968, pág. 1014). Y concluye preguntándose: "¿Cómo se ha hecho el silencio en torno de este asombroso demonio, de este formidable ángel caído, de este trágico desesperado que pasó, fuliginoso meteoro, por la historia tormentosa de nuestra conquista del Perú y se ha perpetuado la memoria de otros, si no más grandes como caracteres, no menos repulsivos en el orden moral?" (ibidem, pág. 1015). Podría estar pensando don Miguel en Hernán Cortés, como Ramón J. SENDER, quien hace la misma reflexión (1976, que citaremos más abajo) al comparar las hazañas de éste, a quien retrató en Júbilo en el Zócalo, con la desgraciada expedición de Lope de Aguirre, de la que nos dejó su visión en La aventura equinoccial de Lope de Aguirre. Comparación que hizo también Patrick COLLARD (Universidad de Gante, 1980), quien lo formula así: "Igual que Lope de Aguirre, Cortés "construye" su destino a partir de una transgresión de la legalidad; la diferencia esencial está en que, donde el primero sigue en su transgresión, la esforzada aventura del segundo hará de él un héroe "oficial". Recuperadas por la sociedad, las hazañas de Cortés se convirtieron en epopeya, mientras que la vida de Lope el Traidor es para siempre antiepopeya" (1980, pág. 27).

Éste fue precisamente el subtítulo de la primera edición de la novela de SENDER: Antiepopeya. Lo es incluso filológicamente hablando, como nos cuenta el propio SENDER (1976) cuando nos resume su "lectura" de la actuación de Aguirre, atribuyendo parte del éxito de su novela a alguna causa extraliteraria: "es decir que no todo es mérito del autor. Se trata de una antiepopeya. Siempre que se habla de América se hace como si su descubrimiento y conquista fuera obra de seres sobrehumanos. [...] Entonces se echan a vuelo las campanas, se habla de las glorias de la raza -en el día de la Raza- y todos son clarinetes, gallardetes e himnos de victoria. Eso puede estar bien, pero es más interesante para mí y sin duda para el lector ver cómo fueron esas cosas en los ojos y en las conciencias de los mismos que las hicieron. Y el libro sobre Lope de Aguirre sin dejar de ser verdad en sus constantes miserias no deja de tener grandeza humana [la misma de la que habla don Miguel DE UNAMUNO, como recuerda también Patrick COLLARD (1980)]. El contraste le dar vigor poético. En este tiempo nuestro de los "antis" yo la considero una antiepopeya, lo que filológicamente es verdad porque epopeyas eran, en griego, las campañas con caballos y los pocos que llevaba Lope de Aguirre no llegaron a intervenir en el campo porque se los comieron en las barcazas por el río Amazonas" (1976, pág. 14). ¿En qué le puede servir al lector?: "El día de la Raza habría que recordar las antiepopeyas también, para sacar alguna luz nueva y provechosa para el presente y el futuro. [...] A pesar de todo -repito- en las antiepopeyas (Lope de Aguirre) hay la misma grandeza que en las epopeyas (Cortés en Otumba) o la misma miseria, ya que en ciertos niveles de la historia, oro y oropel se confunden y el vencido vale tanto como el vencedor y a veces más si sabe asimilar la experiencia y trocarla en discreción e inteligencia. Ya es conocido de todos desde que se tiene memoria de la existencia de los seres humanos que de la desventura nace el saber y que la sabiduría rige el mundo" (ibidem, pág. 15).

Don Miguel DE UNAMUNO (1920) llegó ya a la misma conclusión que Ramón J. SENDER (1976) o Javier ORTIZ DE LA TABLA DUCASSE (1987, que ya comentamos más arriba en esta entrada): hay que investigar más, estudiar más: "El alma torturada y tenebrosa de Lope de Aguirre, el Peregrino, el domador de potros, merece un estudio detenido. Tanto como la de Caín, o la de Judas, o la de César Borgia. [...] es preciso zahondar en todas las simas del alma, hasta en las del fango hirviente y venenoso. Es la manera de despertar la compasión redentora. ¡Pobre Lope de Aguirre!" (1968, págs. 1015-1016).

Se apunta también Ricardo UZTARROZ, quien en el ya citado ensayo sobre Aguirre (2008) insiste a su turno en la necesidad de conocer y entender mejor las razones del furor (podría decirse "furor antifuncionario" o "furor antiburocrático") y de la rabia de Lope de Aguirre: "En le traitant de "tyran de la pire espèce et de tous les temps", d'"émissaire du diable", de "hyène impitoyable", de "soldat de l'infamie", comme une abondante littérature l'a fait, on le disqualifie devant l'histoire et, par la même occasion, on s'épargne l'effort de chercher à connaître et à comprendre les raisons de sa fureur. Un monstre n'a pas droit aux circonstances atténuantes" (o.c., págs. 174-175).

La misma voz se oye del otro lado del Atlántico, aunque con otro objetivo: recuperar la "memoria cultural" como parte de la (re)construcción de la identidad propia de América Latina. Escuchen al Dr. Raúl BUENO CHÁVEZ en su "Carta" (Lima | Hanover, abril de 1999) a las IV Jornadas Andinas de Literatura Americana | JALLA Cusco 1999: “Y en relación a nuestro ingreso o no a la modernidad, cabría indagar si no estamos tomando el rábano por las hojas, pues en lugar de buscar las huellas de nuestra esquiva modernidad tal vez sería más fructífero indagar los signos de nuestra constante y meritoria contramodernidad (“countermodernism”, como diría mi colega Keith Walker en sus estudios sobre el Caribe francés). Así, creo, tendrían mayor dimensión y sentido las escrituras de resistencia, revolución y descolonización de sujetos como el Inca Garcilaso, Guamán Poma, Las Casas, Lope de Aguirre, Martí, Césaire, Fanon, J.M. Arguedas, Menchú y tantos otros claramente opuestos al logos centralista, jerarquizante y dominador.”

Bibliografía - Webografía
  • AGUADO, Fray Pedro de, Historia de Venezuela escrita en 1561. Edición de Jerónimo BECQUER, 2 vols, Madrid, 1918. Leer en línea Tomo 1. Leer en línea Tomo II, Libro Dezimo, Capítulo Primero, sobre la expedición de Ursúa y Aguirre.
  • AGUADO, Fray Pedro de, Recopilación Historial de Venezuela. Edición moderna: Caracas (Venezuela), Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela, 1963, 2 vols.
  • AGUILAR Y CÓRDOBA, Diego de, El Marañón. Ms. original en la Universidad de Oviedo. Copia del mismo en el Museo Británico: Ms. add. 17616 del British Museum.
  • AGUILAR Y CÓRDOBA, Diego de, El Marañón. Edición y estudio de Julián DÍEZ TORRES. Madrid / Frankfurt, Iberoamericana / Vervuert, “Biblioteca indiana”, 2011.
  • ÁLVAREZ SÁENZ, Félix (escritor, periodista e historiador español, pero que vive en Lima, Perú), Crónica de blasfemos. Lima (Perú), Editorial Hipatia, Colección “Tiempo del fuego”, 1986. Editorial Arandurã (Paraguay), 2001. Bart L. LEWIS, el autor de The Miraculous Lie. Lope de Aguirre and the Search for El Dorado in the Latin American Historical Novel (USA, Lexington Books, 2003) le dedicó el artículo "Necessities: Aguirre's Redemption in Crónica de blasfemos by Félix Álvarez Sáenz", publicado en Romance Notes, Vol. 40, No. 1 (1999), págs. 103-110.
  • AMÉZAGA ARESTI, Vicente de, "Bolívar y los Vascos", en Revista de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, Caracas, 1964. Recogida en línea en varias bitácoras creadas por Xabier Iñaki Ametzaga Irribarren, hijo del autor, para difundir la obra de su padre. Ver, por ejemplo: http://xabieramezaga.tripod.com/articulos-prensa.pdf.
  • ARCINIEGA, Rosa, Dos rebeldes en el Perú: Gonzalo Pizarro (“El gran rebelde”) y Lope de Aguirre (“El cruel tirano”). Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1946.
  • ARTECHE ARAMBURU, José de, "Lope de Aguirre, traidor". La tragedia del fuerte caudillo de los invencibles marañones . San Sebastián, Biblioteca Vascongada de los Amigos del Páis, 1951. Segunda edición. San Sebastián, Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa, 1974.
  • BALKAN, Evan L., The Wrath of God. Lope de Aguirre, Revolutionary of the Americas. University of New Mexico Press, 2011. Lee una reseña hecha por Thomas H. HOLLOWAY en The Americas, Vol. 69, No. 1 (July 2012), págs. 139-140.
  • BAROJA, Don Pío, Las inquietudes de Shanti Andía, 1911. Edición de Julio Caro Baroja, Madrid, Cátedra, 1978.
  • BATAILLON, Marcel, Études sur Bartolomé de Las Casas, réunies avec la collaboration de Raymond MARCUS. París, Centre de Recherches de l'Institut d'Études Hispaniques, 1966.
  • BRINDIS PÉREZ, Clodoveo, Lope de Aguirre, precursor de las libertades Hispano-Americanas. Ciudad Bolívar, 1927.
  • BRUNI, Nina (The University of the West Indies, Trinidad & Tobago), "Crónica, novela y transposición filmica: la figura de Lope de Aguirre en Abel Posse y Werner Herzog", en Voz y Escritura. Revista de Estudios Literarios (ULA | Univ. de Los Andes, Mérida, Venezuela), No. 13 (enero-junio 2003), págs. 105-116.
  • BUENO CHÁVEZ, Raúl ( Dartmouth College / Universidad Mayor de San Marcos), “Carta a JALLA-Cusco: Indagaciones conceptuales sobre cultura y literatura” (Lima / Hanover, N.H., abril de 1999), para las IV Jornadas Andinas de Literatura Latinoamericana (JALLA, Cusco, 1999, en Enrique ROSAS PARAVICINO (ed.), Memorias de JALLA Cusco 1999. Cusco, 3 tomos, 2001.
  • CALBARRO, Juan Luis, "Lope de Aguirre, el maldito. Retrato retórico", en Historia 16, Año XXVIII, No. 342 (octubre 2004), págs. 30-39.
  • CARO BAROJA, Julio, El señor Inquisidor y otras vidas por oficio. Primera edición. Madrid, Alianza Editorial, 1968. Tercera edición, Madrid Alianza Editorial, 1983. Entre las ediciones posteriores: Madrid, Alianza Editorial, 1997 y 2006.
  • COLLARD, Patrick, Ramón J. Sender en los años 1930-1936. Sus ideas sobre la relación entre literatura y sociedad. Gante (Bélgica), Rijksuniversiteit Gent, Werken uitgegeven door de Faculteit van de Letteren en Wijsbegeerte, 167e aflevering, 1980.
  • ERCILLA y ZÚÑIGA, Alonso de, La Araucana [Poema épico], 1569, 1578 y 1589.
  • ESBILLA, Adrián, " 'Veo las fieras correr, correr por allí. Sé que me esperan a mí': La antiepopeya delirante de Lope de Aguirre. Mitohistoria de la conquista entre Herzog y Saura, pasando por Sender", en su blog "Esbilla cinematográfica popular" de WordPress.com, 26 de enero de 2010.
  • GALSTER, INGRID, "El conquistador Lope de Aguirre en la nueva novela histórica", en Karl KOHUT (ed.), La invención del pasado: la novela histórica en el marco de la postmodernidad. Frankfurt am Main / Madrid, Ed. Iberoamericana, 1997, págs. 196-204. Véase también su artículo "Abel Posse: 'Daimón'", en WENTZLAFF-EGGEBERT, Harald, y Volker ROLOFF (eds.), Der hispanoamerikanische Roman, II: “Von Cortázar bis zur Gegenwart”, Darmstadt, 1992, págs. 228-237.
  • GARCÍA VALDÉS, Celsa Carmen (Universidades de Oviedo, Catania, Rabat, Navarra), "Una visión original de la Jornada del Dorado: El Marañón de Diego de Aguilar y de Córdoba", en Kurt y Roswitha REICHENBERGER (eds.), con la ayuda del Gobierno de Navarra, Las Indias (América) en la literatura del Siglo de Oro. Actas del Congreso Internacional. Pamplona, 15-18 de enero 1992. Kassel (Alemania), 1992, págs. 175-198.
  • GRÜTZMACHER, Łukasz, ¿El Descubridor descubierto o inventado? Cristóbal Colón como protagonista en la novela histórica hispanoamericana y española de los últimos 25 años del siglo XX. Varsovia, Instituto de Estudios Ibéricos e Iberoamericanos / Museo de Historia del Movimiento Campesino Polaco, 2009. Originalmente: tesis doctoral preparada bajo la dirección de Irena CURYŁO GONZÁLEZ y defendida en 2005 en la Facultad de Filologías Modernas de la Universidad de Varsovia. Lea bajo "Otros conquistadores novelados" los párrafos dedicados a Lope de Aguirre (págs. 17-18) en una vista previa (parcial) publicada en Scribd.com.
  • ISPIZUA BAJANETA, Segundo de (1869-1924), Historia de los vascos en el descubrimiento, conquista y civilización de América, 6 vols., Bilbao (Vols. I-II), / Madrid (Vols. III-VI), EE.VV., 1914-1919. Elaborado para un concurso promocionado por el Círculo de Estudios Vascos. Título original (Vols. I-II) cambiado a Los Vascos en América: Historia de América (Vols. III-VI). Elaborado para un concurso promocionado por el Círculo de Estudios Vascos. Para refs. detalladas, ver AA.VV, Catálogo del Fondo Histórico Vasco, Bilbao, Univ. del Deusto, 2012, págs. 176-177, nos. de catálogo 2253-2268. Nos interesa aquí: Los Vascos en América: Historia de América, Vol. V, "I. Venezuela. II. Lope de Aguirre", Madrid, Artes Gráficas Mateu, 1918, "II. Lope de Aguirre", págs. Lea en línea.
  • ISPIZUA [BAJANETA], Segundo de, Los Vascos en América, 4: “Lope de Aguirre”. San Sebastián, Ediciones Vascas | EV, Colección “Biblioteca de Autores Vascos | BAV”, No. 9, 1979.
  • JOS PÉREZ, Emiliano, La expedición de Ursúa al Dorado, la rebelión de Lope de Aguirre y el itinerario de los marañones. Huesca, Imprenta V. Campo, 1927.
  • JOS PÉREZ, Emiliano, Ciencia y osadía sobre Lope de Aguirre el Peregrino. Sevilla, Universidad de Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos (E.E.H.A. Hispalense), Publicaciones, Serie 2: "Monografías", Núm. 17, 1950.
  • LASTRES, Juan B., y Carlos Alberto SEGUÍN, Lope de Aguirre, el rebelde: estudio histórico-psicológico. "El Ateneo", 1942.
  • LASTRES, Juan, y Carlos Alberto SEGUÍN, Lope de Aguirre El Rebelde: un ensayo de psicohistoria. Lima (Perú), Universidad de Lima (UL), Facultad de Ciencias Humanas, 1993.
  • MAMPEL GONZÁLEZ, Elena, y Neus ESCANDELL TUR, Lope de Aguirre: Crónicas, 1559-1561. Barcelona, Publicaciones y Ediciones de la Universidad de Barcelona / Editorial 7 1/2, “Colección historia”, 1981.
  • MANRIQUE, Miguel , “[Reseña de:] Crónica de blasfemos. Felix Álvarez Sáenz. Editorial Hipatia. Lima, Perú”, en Cuadernos Hispanoamericanos, No. 495 (septiembre 1991), “[Lecturas:] América en los libros” (págs. 137-142) por Miguel MANRIQUE y Blas MATAMORO, págs. 140-141.
  • MARCUS, Raymond (Université de Paris-Vincennes), "El mito literario de Lope de Aguirre en España y en Hispanoamérica", en AIH. Actas III [Actas del III Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas (México D.F, 26-31 de agosto de 1968)], publicadas bajo la dirección de Carlos H. MAGIS, México, AIH / El Colegio de México, 1970, págs. 581-592.
  • MATAMORO, Blas, Lope de Aguirre. La aventura de El Dorado. Madrid, Historia 16 / Ediciones Quorum / Sociedad Estatal para la Ejecución de Programas del Quinto Centenario, Colección "Protagonistas de América" dir. por Javier VILLALBA, 1987.
  • OTERO SILVA, Miguel, Lope de Aguirre, príncipe de la libertad. Barcelona / Caracas / México, Seix Barral, 1979.
  • PARDAL, Dr. Ramón (psiquiatra), "El delirio de reivindicación en un Conquistador de América - El caso de Lope de Aguirre el Peregrino", en Conferencias, Buenos Aires, Año II, No. 8 (marzo de 1934), págs. 8-18. Conferencia ampliamente comentada por el historiador Emiliano Jos (1950) y referido por Blas Matamoro (1986) con respecto al Aguirre de la novela de Ramón J. Sender (1964).
  • POSSE, Abel, Daimón. Buenos Aires, Emecé, 1978. Barcelona, Argos Vergara, 1978. Barcelona, Plaza & Janés, 1989.
  • SENDER, Ramón J., "Prefacio del autor sobre las novelas históricas", en Obra Completa, 2 tomos, Barcelona, Ediciones Destino, 1976-1977, Tomo I, 1976, págs. 9-38.
  • SIMÓN, Fray Pedro, Historial de la expedición de Pedro de Ursúa al Marañon y de las aventuras de Lope de Aguirre. Edición moderna. Lima, Sanmartí, 1942.
  • SOUTHEY, Robert, History of Lope de Aguirre. Edimburgo, 1812.
  • SOUTHEY, Robert, The Expedition of Ursua and the crimes of Aguirre. Londres, 1821.
  • UNAMUNO, Don Miguel de, "Lope de Aguirre, el Traidor", en Obras Completas, Tomo III: "Nuevos Ensayos". Madrid, Escelicer, 1968, págs. 1013-1016. Originalmente publicado en Asturias Gráfica, Oviedo, enero de 1920.
  • UZTARROZ, Ricardo, "Aguirre ou la fureur des maudits de la conquête", en Amazonie mangeuse d'hommes: incroyables aventures dans l'Enfer vert, Paris, Arthaud, colección "Esprit d'aventure. Revisiter les espaces et les mythes liés au monde de l'aventure et de l'exploration", 2008, págs. 171-210.
  • VALLE-INCLÁN, Ramón del, Tirano Banderas. Novela de Tierra Caliente.. Madrid, Rivadeneyra (Opera Omnia, tomo 16), 1926 (1927).
  • ______, Tirano Banderas. Novela de Tierra Caliente. Madrid, Espasa-Calpe, colección "Austral", Vol. 105, 1937 (1942, 1945, 1948, 1961).
  • ______, Tirano Banderas. Novela de Tierra Caliente, en Obras completas de don Ramón del Valle Inclán, Tomo I (prólogo de Azorín, fechado en Madrid, octubre de 1943). Madrid, Rua Nova, 1944.
  • ______, Tirano Banderas. Novela de Tierra Caliente. Prólogo de Antonio Valencia. Madrid, Espasa-Calpe, "Selecciones Austral", Vol. 2, 1975.
  • ______, Tirano Banderas. Edición,introducción y notas de Alonso Zamora Vicente. Madrid, Espasa-Calpe, "Clásicos Castellanos", Vol. 214, 1978.
  • ______, Tirano Banderas. Novela de Tierra Caliente. Edición, introducción y notas de Juan Rodríguez. Barcelona, Planeta, "Clásicos Universales", 1994.
  • ______, Tirano Banderas. Novela de Tierra Caliente. Prólogo de Darío Villanueva. Madrid, El Mundo, 1999.
  • ______, Tirano Banderas. Edición de Sergio Pitol y Juan Villoro. México, Universidad Veracruzana, 2006 (2010).
  • ______, Tirano Banderas, en Narrativa completa (Introducción de Darío Villanueva), Vol. 2, Madrid, Espasa-Calpe, 2010.
  • VÁZQUEZ, Francisco, El Dorado. Crónica de la expedición de Pedro de Úrsua y Lope de Aguirre. Introducción y notas de Javier ORTIZ DE LA TABLA DUCASSE. Madrid, Alianza Editorial, "El Libro de Bolsillo", No. 1246, 1987.

sábado, 4 de agosto de 2012

La expedición de Pedro de Ursúa y la rebelión de Lope de Aguirre en el marco del proceso descubridor del Amazonas (1)

La necesidad de investigar sobre y conocer a fondo el proceso descubridor del que forma parte la expedición, el entorno histórico-social en el que se desarrolla, su origen inmediato y las andanzas previas de sus protagonistas.

Desde las crónicas de algunos de los expedicionarios, "testigos" directos pero también partícipes de los hechos (como Francisco Vázquez, Pedrarias de Almesto, Gustavo de Zúñiga, y otros testimonios (in)directos sobre la sanguinaria rebelión de Aguirre y sus andanzas y desandanzas por el Virreinato, contemporáneos o ligeramente posteriores a los hechos (como los de Diego de Aguilar y de Córdoba, Toribio de Ortiguera o del hijo de un tal Juan Pérez de la localidad de Usanos, en Guadalajara) hasta la actualidad, han sido numerosas las páginas dedicadas a la desgraciada expedición de don Pedro de Ursúa y el soldado rebelde Lope de Aguirre por el río Amazonas, centradas la mayoría de las veces en el atrevido proyecto que fraguaba este último, proyecto que había madurado en medio de la selva amazónica a finales de 1560 y que concibió un sorpresivo y secreto regreso al Perú y una guerra sin descanso contra el rey de España y sus representantes, intentos ambos que, como es sabido, malograron: fueron frenados en octubre de 1561 en un poblado hispano de Tierra Firme (la actual Venezuela), donde dos arcabuzazos acabaron con el "fuerte caudillo", solo, vencido y abandonado de sus "marañones".

Así han mostrado interés, sentido atracción o desarrollado y generado auténtica pasión por la figura de Aguirre y sus "marañones": historiadores o escritores biógrafos primitivos como Fray Pedro de Aguado o Fray Pedro Simón, y modernos como Robert Southey, Arístides Rojas, Segundo de Ispizúa, Theodoor de Booy, Rufino Blanco Fombona, Emiliano Jos, Gonzalo Torrente Ballester, Rosa Arciniega, José de Arteche Aramburu, Casto Fulgencio López, Walter Lowry, Ladislao Gil Munilla, Demetrio Ramos Pérez, José Antonio del Busto Duthurburu, Blas Matamoro, Stephen Minta, Manuel Lacarta Salvador, Evan L. Balkan; filósofos de la historia, etnohistoriadores-antropólogos como Julio Caro Baroja; especialistas en mitología; médicos psiquiatras como Juan B. Lastres y C. Alberto Seguín, Ramón Pardal; escritores o investigadores ensayistas como Miguel de Unamuno, Julio Caro Baroja, Jorge Ernesto Funes, Mario Vargas LLosa; novelistas como Ciro Bayo, Pío Baroja, Ramón del Valle-Inclán, Clodoveo de Brindis Pérez, Arturo Úslar Pietri, Ramón J. Sender, José María Moreno Echevarría, Miguel Otero Silva, Abel Posse, Félix Álvarez Sáenz, William Ospina; cuentistas como lo era por excelencia el mismo Úslar Pietri; poetas de la época como Alonso de Ercilla y Zúñiga, Juan de Castellanos, y modernos como Isaac José Pardo, Vicente Gerbasi y Resguardo, el ya mencionado William Ospina; dramaturgos como Torres, Gonzalo Torrente Ballester, Alfredo Briceño Picón, José Acosta Montoro, Luis Britto García, José Sanchis Sinisterra, Alfonso Sastre, Daniel Di Mauro; críticos literarios o historiadores y otros investigadores de la literatura como Giuseppe Bellini, Raymond Marcus, Alessando Martinengo, Jorge A. Marbán, Rita Gnutzmann, Graciela Michelotti-Cristóbal, Ingrid Galster, Amir Hamed, Consuelo Ramos Nadal, Miguel Eduardo Godoy Gallardo, Rosa María Grillo, Mercedes Cano Pérez, Gilberto Triviños, Bart L. Lewis, Carolina Sanabria Sing, Kristina Karageorgou-Bastea, Elsa O. Heufemann-Barria; editores de textos como William Bollaert, Jerónimo Becker, Enrique de Gandía, Juan Friede, Walter Mignolo, Elena González Mampel y Neus Escandell Tur, Rafael Díaz Maderuelo, Javier Ortíz de la Tabla Ducasse, Beatriz Pastor y Sergio Callau, Julián Díez Torres; e incluso guionistas-directores de cine como Werner Herzog, Carlos Saura; guionistas-dibujantes de cómics como Enrique Breccia, Federico del Barrio, Felipe Hernández Cava y Ricard Castells; compositores y músicos como Evencio Castellanos Yumar, Tomás Marco, "Chango" Farías Gómez, Luis Delgado, Paul Gillman, la banda de pop-rock argentina Aguirre, la banda española Los Marañones.

Aunque no debería extrañar la exaltación de la figura, sin duda extraordinaria, de Lope de Aguirre, ni las agrias polémicas y diversas interpretaciones a las que ha dado pie una aventura centrada casi exclusivamente en la persona del mismo, es de lamentar que durante largo tiempo, por desconocer la realidad americana en las décadas tempranas y medianeras del siglo XVI en que se desenvuelven Ursúa, Aguirre y los "marañones", ha habido más pasión que ecuanimidad en la historiografía posterior a los hechos, distorsionando a veces el entorno histórico-social de éstos.

Por tanto es preciso, para mejor conocimiento del carácter y objetivos de la "jornada" y una evaluación más ecuánime, o por lo menos más fundada, de la actitud insurgente de los "marañones", así como para una interpretación más aprovechada de la diversidad de crónicas y otros testimonios, leyendas, biografías, análisis psicológicos, transfiguraciones literarias y adaptaciones cinematográficas a las que sirvieron de base las peripecias y penalidades del alucinante viaje, investigar sobre y conocer más a fondo el proceso descubridor del que forma parte, su entorno histórico-social, y los antecedentes biográficos de los soldados -los Pedro de Ursúa, Fernando de Guzmán, Lope de Aguirre, Francisco Vázquez, Pedrarias de Almesto, Gonzalo de Zúñiga, Custodio Hernández...- que lo protagonizaron.

La "jornada" del galante caballero navarro don Pedro de Ursúa vista en el marco del proceso descubridor del Amazonas. El avistamiento del delta. Los primeros intentos de remontar el curso del "Gran Río". Ursúa y la quimera del Dorado.

Para algunos sagaces observadores, hubo desde los primeros momento motivos de preocupación y recelo sobre el éxito del viaje de Pedro de Ursúa "a tierras de Omagua y El Dorado". Pero ¿qué mucho que el joven capitán general despreciase sus consejos y siguiese Amazonas abajo? ¿Es que, tal vez, no iba a encontrar las ciudades de ensueño que solicitaba con encarnizamiento, al través de la más tremendas realidades, su heroísmo hipnotizado por la idea fija? ¿No habían avistado ya Francisco de Orellana y sus audaces compañeros el linde de un imperio fantástico, llamado "de los omaguas", más fastuoso que el de los Incas, cuando en los años 1541 y 1542, luchando contra la Naturaleza y con los indios, y en completa carencia de elementos, resbalaron hasta el mar Océano sobre el lomo de colosal serpiente del Gran Río?

En fin ¿cómo no iba a tener aún fresca en la memoria Ursúa la odisea pintoresca de su predecesor? Fue con jornadas exploradoras de tal envergadura, una todavía más hazañosa, luenga y difícil que otra, pero reveladoras todas, tuviesen un fin desastroso, de la viabilidad del Gran Río, que quedaron dibujadas las líneas maestras del proceso descubridor en la cuenca amazónica.

El proceso "descubridor" (polémicas aparte) de esta parte del mundo es un proceso inconcluso, cuyos agentes han variado a lo largo del tiempo, como lo ha recordado Rafael Díaz Maderuelo (1986, págs. 7-8). Precisa el doctor Díaz Maderuelo que los agentes de la transformación del ámbito amazónico fueron, en primer lugar, los propios indígenas americanos que algunos milenios atrás se adentraron en las espesuras de la floresta y establecieron allí sus asentamientos, tanto en "tierra firme" como en los terrenos aluviales de las riberas de los grandes ríos. Mucho tiempo después serían los europeos, en nuestro caso los españoles, empujados, al decir del antropólogo, por las necesidades de expansión de sus sociedades, por ansias de riqueza y guiados por antiguos mitos (como la utópica Atlántida, o las Amazonas). Por último, los colones neoeuropeos, ávidos de desentreñar los secretos de la selva y de explotar sus riquezas (y cuyas extravagancias Werner Herzog narra en su película Fitzcarraldo), se han convertido en los más recientes foráneos de la apertura de la Amazonía.

Lo que habitualmente se denomina "descubrimiento del Amazonas" es simplemente la parte de este proceso que corresponde a los agentes europeos, en este caso españoles, que abarca un período histórico de al menos un siglo y medio. Tocó en suerte al dinamismo y la hiperheroicidad españoles, concretamente, el lapso de tiempo que va de 1500, que fue el año del avistamiento de la desembocadura del río Amazonas, a 1640, año en el cual se confirmó y estableció la viabilidad del río para la navegación y la unidad geográfica del territorio amazónico.

A raíz del avistamiento del delta, por los marinos que integraban las expediciones de Vincente Yañez Pinzón, Diego Lepe y Alonso Vélez, se produjeron varias tentativas para remontar el curso del Gran Río. ¿Cómo justificar la inquietud activa que demuestran aquellas iniciativas? ¿Qué fundamento pudo bien subyacer como impulso de aquel rudimento de exploración?

Sabido es que en 1500, la inmensa masa continental espaciada entre los dos grandes océanos y entre uno y otro polo no había revelado todavía sus coordenadas exactas ni tan siquiera su disposición particular. Hasta el descubrimiento, en 1519, del estrecho de Magallanes, se mantendría, en lo concerniente a la orientación de la geografía americana, una noción desfigurada. Imaginándose los marinos que iban costeando el desconocido continente en los albores del siglo XVI que ésta siga la disposición de los paralelos, estaban buscando un paso Este-Oeste que comunicase el Atlántico, llamado significativamente "Mar del Norte", con la ruta occidental de la India.

El avistamiento de la desembocadura del Amazonas y el reconocimiento, en aquel mismísimo año 1500, de la existencia de un "mar Dulce" hacia la parte ecuatorial de la costa atlántica debieron reactivar las ideas y acciones en búsqueda de dicho paso. A partir del avistamiento del océano Pacífico, en 1513, por Vasco Nuñez de Balboa, océano llamado significativamente "Mar del Sur", la búsqueda de la comunicación entre ambos océanos, cerca de la línea equinoccial, sería el objetivo de un buen número de expediciones.

No la encontrarían. Nunca encontrarían la comunicación que estaban buscando con tanta obstinación. El descubrimiento del estrecho de Magallanes en 1519 confirmaría la continuidad continental hasta latitudes bastante meridionales y supondría el abandono de las iniciativas para buscar el paso Este-Oeste desde el Atlántico. Desengañados, los primeros exploradores del río Amazonas se retrajeron de sus planes: sus tentativas de remontar el curso del "río Grande" habían sido infructuosas; resultaron empresas fallidas. La exploración desde el Atlántico se abandonó provisionalmente.

Unas décadas más tarde, el interés surgió de nuevo, pero esta vez fue desde los Andes por donde se buscase una salida al Atlántico o "Mar del Norte", para facilitar la comunicación con la Península. ¿Habrá recobrado nueva vida el interés que desde tiempo prehispánico mostraron los pueblos del altiplano con los grupos que habitaban la ceja de la montaña? Rafael Díaz Maderuelo (1986, pág.10) sitúa esta necesidad secular que mueve a las sociedades andinas a relacionarse con las poblaciones de las selvas orientales como un carácter de la estructura sociopolítica andina. Se vislumbra, siempre a juicio del antropólogo, como uno de los elementos que mejor pueden explicar la serie de empresas que se desarrollaron desde las cercanías de Quito, y luego el Cuzco, hacia el "Mar del Norte".

Este interés por los territorios orientales fue uno de los fundamentos de la famosa jornada de Gonzalo Pizarro y Francisco de Orellana. El extremeño Francisco de Orellana pasaría a la historia como el primer surcador del Amazonas: en 1542, tras varias empresas de valor desigual, dicho capitán, acompañado por medio centenar de hombres, realizó la primera navegación fluvial completa del "Gran Río", desde los Andes ecuatorianos hasta el mar.

Orellana había llegado a Indias a mediados de la década de 1520, precisamente en un momento de verdadera ebullición de las ideas y acciones en búsqueda de un estrecho que comunicase los océanos. Las promesas de recompensa que Carlos I mantenía a este respecto debieron incidir decisivamente en el joven descubridor. La mentalidad descubridora que le mozo extremeño debió conocer en frecuentes conversaciones sobre proyectos muy diversos, así como por los contactos que mantuvo con un Francisco Ruiz, compañero de Diego de Ordás (o Ordáz) en su entrada a Paria, o un Pedro de Alvarado, constante indagador de una ruta conveniente a la especería, tuvo que influir en su ánimo. Orientaría su personalidad por el camino de la aventura.

A principios de la década de 1530 pasó al Perú, donde se consolidaría su formación militar. Tras la batalla de Salinas, Francisco Pizarro, Marqués y Gobernador de las provincias del Perú, envió a Orellana a conquistar, reedificar y poblar la ciudad de Santiago de Guayaquil, que habían arrasado los indígenas. Por esta época comenzaría a embriagarse con las noticias legendarias acerca de regiones repletas de riquezas que se iban divulgando por el área de influencia de Quito, cuya demarcación se hallaba bajo el mando de su pariente Gonzalo Pizarro. Empezaba a cobrar fuerza en él la creencia en una serie de leyendas, que habrían de convertirse en poco tiempo en los mitos impulsores de grandes expediciones: eran las relativas al País de la Canela y al señoría de El Dorado, en las que los europeos proyectarían su propio imaginario, forjado por mitos antiguos pero persistentes como los de la Atlántida y de las Amazonas. Además, debía acordarse Orellana de las palabras del también explorador Sebastián Belalcázar (uno de los que salieron en busca del hombre dorado o la casa del Sol por el Orinoco y el río Negro) acerca de la existencia de una posible vía de comunicación entre Quito y el "Mar del Norte".

Por un acuerdo entre Gonzalo Pizarro y Orellana se organizó la expedición en busca del País de la Canela. Varios meses después de haber comenzado el viaje, las noticias que dieron los indígenas de la existencia de un gran despoblado aguas abajo hicieron que Orellana se separase de Pizarro con medio centenar de hombres para buscar provisiones. No regresaría al punto de encuentro convenido con Pizarro. Seguiría Amazonas abajo: si al principio parece que la búsqueda de la canela fue el motivo más inmediato de la expedición, a partir del momento en que se separó Orellano de Pizarro la idea de alcanzar la salida al mar se perfilaría como la finalidad primordial del viaje; aunque, eso sí, arrojada en las tramas legendarias del oro de Omagua y del señorío de las Amazonas.

Orellana y sus compañeros se separaron de Gonzalo Pizarro el 26 de diciembre de 1541. El 26 de agosto de 1542 salieron al mar. El 11 de septiembre de aquel año llegaron a la isla de Cubagua. Poco después el capitán regresó a España, a la Corte, en busca de capitulaciones para gobernar las regiones descubiertas. Pero ni siquiera las poblaría: murió a principios de 1546, a poco de haber iniciado un segundo viaje para remontar el Amazonas. Sería casi un siglo más tarde cuando comience la efectiva ocupación del "Gran Río" por los europeos.

Pasarían casi veinte años hasta que se intentara la segunda bajada del Amazonas, que para la ocasión de esta jornada se llamaría "río Marañon". Esta vez la organizarían desde el Cuzco e iría en busca del "país de Omagua y el Dorado" bajo el mando de un tal don Pedro de Ursúa.

Referencias
Bibliografía
  • ALBORNOZ RUIZ, Miguel Ángel (Quito, 1917 – México, 2012), Orellana. El Caballero de las Amazonas. Prólogo de Augusto ARIAS (págs. 1-3). Quito (Ecuador), Ediciones de “Últimas Noticias” [“Diario de la Tarde de San Francisco de Quito”. Vespertino quiteño que hoy constituye un departamento de la empresa editora y de comunicación “El Comercio”] , 1946.
  • ALBORNOZ RUIZ, Miguel Ángel, Orellana. El Caballero de las Amazonas. México D.F., Editorial Herrero, 1965 (2ª ed.).
  • ALBORNOZ RUIZ, Miguel Ángel, Orellana. El Caballero de las Amazonas. Prólogo de Germán ARCINIEGAS (págs. ix-xi). Quito (Ecuador), Ediciones del Banco Central del Ecuador, “Colección histórica”, Vol. 11, 1987.
  • BENITES VINUEZA, Leopoldo (Guayaquil, 1905; escritor, periodista y diplomático ecuatoriano), Argonautas de la Selva. Orellana y el descubrimiento del Amazonas. México, Fondo de Cultura Económico | FCE, Colección “Tierra Firme”, No. 8, 1945.
  • BENITES VINUEZA, Leopoldo, Los Descubridores del Amazonas. “La Expedición de Orellana”. Madrid, Instituto de Cultura Hispánica, 1976. Bibliografía: pág. 205-208. Originalmente publicado bajo el título Argonautas de la selva. Orellana y el descubrimiento del Amazonas.
  • BENITES VINUEZA, Leopoldo, Argonautas de la selva. Descubridores del Amazonas. Estudio introductorio y notas de Oswaldo ENCALADA VÁSQUEZ (Profesor de la Fac. de Filosofía y Letras de la Universidad Azuay). Ed. Libresa, Colección “Antares”, Vol. 78, 1992.
  • BUENO MEDINA, Juan B., Conferencia sobre el descubrimiento del río de las Amazonas en el cuarto centenario (1542-1942). Bogotá, Prensas de la Biblioteca Nacional, “Publicaciones del IV Centenario del descubrimiento del Amazonas”, 1942.
  • BUSTO DUTHURBURU, José Antonio del, Francisco de Orellana. Lope de Aguirre. Lima (Perú), “Biblioteca Hombres del Perú”, Vol. XXI, 1965.
  • BUSTO DUTHURBURU, José Antonio del, Historia marítima del Perú. Tomo III: Siglo XVI. Historia Interna y Externa. Lima, Comisión para escribir la Historia Marítima del Perú / Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú, 2 vols. [Vol. 1: Historia Interna, Vol. 2: Historia Externa], 1973 (2ª ed.), 1977 (3ª ed. corregida).
  • BUSTO DUTHURBURU, José Antonio del, Marchas y navegaciones en la conquista del Perú. Lima, Instituto Riva-Agüero, Pontificia Universidad Católica del Perú, Publicaciones del Instituto Riva-Agüero, No. 231, 2006.
  • DÍAZ MADERUELO, Rafael, Francisco de Orellana. Madrid, Historia 16 / Ed. Quorum, Colección “Protagonistas de América”, 1987.
  • HEUFEMANN-BARRÍA, Elsa Otilia, Orellana, Ursúa y Lope de Aguirre: sus hazañas novelescas por el río Amazonas (Siglo XVI). La Mirada Malva, Colección "Mirada Ensayo", Vol. 3, 2012. Lea "Introducción" y "Cap. I: El medievalismo literario y su indeterminación"
  • JOS PÉREZ, Emiliano, Centenario del Amazonas: la expedición de Orellana y sus problemas históricos. Fuentes y bibliografía. Madrid, Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo / C.S.I.C., 1942.
  • MAJO FRAMIS, R., Francisco de Orellana. Apasionante vida del famoso navegante. Madrid, Ed. Revista Literaria, Colección “Novelas y Cuentos”, 1958 (1958, 1965).
  • MUÑIZ, Mauro, Orellana. El tuerto del Amazonas. Madrid, Aldebarán Ediciones, Colección “El legado de la historia”, Vol. 9, 1998.
  • ROSSET, Edward (Escritor anglo-vasco afincado en Irún), La Conquista del Amazonas. La increíble odisea de la expedición de Orellana. Irún (País Vasco, España), Editorial Mundo Conocido, 2000. Primera edición en español en versión digital: LibrosEnRed [Marca registrada de Amertown International SA], Colección “Novela Histórica”, 2004. Lea la reseña del bloguero Darklyes (2011).
  • NIÑO, Hugo (Escritor y profesor universitario de literatura latinoamericano colombiano), Francisco de Orellana. Descubridor del río de las Amazonas. Santa Fe de Bogotá, Editorial Panamericana, Colección “100 personajes, 100 autores”, 2006. Lea la reseña hecha por la editorial.


  • VÁZQUEZ FIGUEROA, Alberto, La ruta de Orellana. Seis mil kilómetros de selva. Barcelona, Ed. Juventud, S.A., “Aventuras, viajes y expediciones”, 1970 (1970, 1974).